La Escuela de Robótica y Programación es un proyecto liderado por Luis Albert Andreu que recorre hasta 16 centros por toda la provincia de Segovia y también tiene repercusión en la Comunidad de Madrid, Alicante y próximamente en Murcia.
Mediante unos materiales educativos basados en las clásicas construcciones que solo pueden adquirirse en tiendas especializadas y un software gratuito, los ‘facilitadores’, que así se denominan los docentes que imparten la que de momento es materia extracurricular, dan unas pautas a los alumnos para que sean ellos mismos los que construyan sus propios robots. También ofrecen la posibilidad a sus alumnos para que utilicen unos robots ya creados. En este último caso y mediante juegos, los chavales interactúan con sus compañeros, se familiarizan con las nuevas tecnologías y trabajan la lectura, el cálculo o los idiomas.
“Nosotros lo que hacemos es acompañar en el proceso del aprendizaje, queremos que el niño aprenda por descubrimiento, no damos las cosas guiadas. A través del juego aprenden compartiendo con otros compañeros. Les decimos que si tienen una duda no vengan a nosotros, que vayan a un compañero y sino a otro, solo si no saben cómo seguir intervenimos dándoles una pequeña pista. Por eso utilizamos el término de facilitador”, apunta Andreu.
Luis Albert Andreu lleva en la docencia más de 20 años y el proyecto de la escuela tuvo su embrión en 2008 cuando, trabajando para la Junta de Castilla y León, comenzó a programar en las aulas utilizando un software denominado ‘Scratch’ que todavía utiliza con sus alumnos. Cuando el presupuesto se agotó pese al éxito del mismo apostó Andreu por la robótica “porque vi esa fusión como el futuro y me inicié en este apasionante mundo”, afirma.
Uno de los objetivos que persigue la Escuela con sus alumnos es “adelantarnos a la formación curricular para que los chicos no se encuentren de repente con ello en clase y piensen ‘qué rollo’ porque sea una asignatura que haya que aprobar”. “La tecnología mira siempre al futuro y con la formación queremos a resolver retos y que no tengan que depender de una persona porque sino no piensan. Lo importante es que aprendan a discurrir, se enfrenten a un problema e intenten solucionarlo”, explica Andreu.
Un futuro dentro del curriculum educativo
El Plan general de formación con el que trabaja Andreu para su Escuela es integral y empieza con infantil y acaba en bachillerato. “Lo que queremos es que los niños también aprendan ciencia, tecnología, electrónica… pero que se lo pasen bien”. Por regla general todo comienza en cada sesión con una pequeña teoría de cinco minutos, “después les damos el material y les presentamos un desafío y ellos tienen que pensar cómo hacerlo con las piezas que tienen”, asegura Andreu.
En la Comunidad de Madrid ya se imparte curricularmente y en Cataluña y el País Vasco fueron pioneros en este tipo de enseñanzas. Andreu confía en que pronto sea extrapolable a otras comunidades autónomas “Se introducirá en breve en la ESO y suponemos que seguirá una evolución parecida al inglés que comenzó en sexto de primaria hasta bajar hasta infantil”, sostiene Andreu.
Hasta la fecha, Andreu trabaja en la provincia de Segovia solo con alumnos de primaria, secundaria y en algunos casos con alumnos de bachillerato aunque reconoce Andreu que “estos últimos están casi más a otras cosas” y confía empezar el curso que viene con infantil.
Los idiomas son básicos para la Escuela de Robótica, “nombramos las piezas básicas del ‘kit’ en inglés para que pierdan el miedo al idioma y que lo vean como algo normal”. Uno de los robots se llama ‘Bee Bot’ que es una ‘abeja robot’ que hay que hacer circular por unos tapetes divididos en cuadrículas mediante la introducción de unas coordenadas que previamente hay que calcular.
Una de las claves para el correcto desarrollo de la actividad lo encontramos en el programa scratch que está desarrollado por el MIT (Massachusetts Institute of Technology), un software que se utiliza o bien en tablets para dirigir por control remoto a algunos de los robots o incluso para aprender a programar los propios artilugios que crean los alumnos más mayores. Incluso también pueden crear sus propios videojuegos. En este sentido y en colaboración con el Campus María Zambrano de la UVa han creado ‘El club de jóvenes programadores’. En este caso el objetivo es que “los chicos y chicas no sean consumidores, que sean creadores de sus propios contenidos. Se pueden crear videojuegos, animaciones, música, presentaciones interactivas…”, asegura Andreu.
La idea del Club de Segovia surgió a semejanza del que se desarrolla en Valladolid desde hace cuatro años y surgió con el compromiso de “atender a los niños y adolescentes de Segovia que, habiendo empezado ya a programar en extraescolares o en casa, quieren subir un nivel y conocer y colaborar con otros chicos con sus mismos intereses”; los miércoles entre las 17.00 y las 19.00 horas se han reunido en el Campus durante el curso escolar utilizando la programación con Scratch.
Fruto del éxito y la repercusión por toda la provincia, la Escuela organiza periódicamente una concentración en la que los mejores trabajos realizados en las diferentes sedes tienen cabida sin ánimo de competición y solo con el objetivo de pasarlo bien. Pero la mayor de las satisfacciones para Luis Albert Andreu reside en “las caras de los chicos” y lo concentrados e interesados que se muestran con los artilugios que Andreu lleva o que incluso diseñan ellos mismos.
Texto: Javier de Andrés (Ical)
Foto: Alumnos de uno de los talleres de robótica en Valverde del Majano/Alberto Benavente ( Ical)