Conocí al Padre Conrado Bueno en los años sesenta recién venido de Roma, recién ordenado sacerdote. Era un hombre jovial, bajaba las escaleras siempre corriendo. Recuerdo que nos daba religión y que nos explicaba unos folletos que salían semanalmente sobre el Concilio Vaticano II que él lo había vivido con entusiasmo, y supo entusiasmarnos a los alumnos en la clase de religión, también supo entusiasmarnos con los cánticos de espirituales negros, que cantábamos con fervor (de aquellos cursos hemos salido 4 religiosos) .
Aquella comunidad religiosa vivía para el colegio desde el colegio, y por el colegio, me refiero al Claret de Madrid. Se manifestó el ideal vocacional, que aquellos hombres vivían con alegría y generosidad y entusiasmo con capacidad de entusiasmar a otras personas por Cristo en la Iglesia siguiendo los pasos de Claret.
Pasados unos años nos encontramos en la Ciudad del Acueducto (de la que Conrado guardaba muy buen recuerdo) él como Superior y yo con 22 años. Los recuerdos que guardo de aquellos años son maravillosos.
Como Superior nunca entraba en la confrontación directa, sabia crear un buen ambiente comunitario, distendido donde abundaba el trabajo y la alegría. Se daba cierto aire para crear un buen ambiente comunitario partiendo siempre de la vida de oración que le daba cierto tono y amplitud de miras con el listón bastante alto.
En todas las parroquias de Segovia predicó, un triduo, un septenario, un novenario, el novenario solemne a Ntra. Sra. de la Fuencisla.En la catedral también lo predicó y en el habló sobre los sacramentos y la Virgen. Yo definiría al P. Conrrado como el mago de la palabra, sano en su doctrina, clarividente en sus explicaciones, sugerente y directo en sus ejemplos, donde ponía las ideas, ponía la palabra precisa y necesaria. Era un hombre que entorno a él sabía crear un ambiente de religiosa amistad, que surgía de una manera natural nada forzada.
Era un hombre de fe, tradicional en su formación teológica, aunque abierto y dialogante. Con un amor apasionado a Jesucristo, a la Virgen, a la Iglesia y a la Congregación. Ya habrá escuchado de viva voz del Pastor Santo ‘siervo bueno y fiel pasa al banquete de tu Señor’.