La activista Somaly Mam abogó hoy en Segovia por “ofrecer oportunidades” a las mujeres que se prostituyen y llegar a la raíz del problema antes que legalizar su situación. Premio Príncipe de Asturias 1998 de Cooperación Internacional, la camboyana subrayó la necesidad de educar a las familias desde la base para promover un trato de igualdad entre hombres y mujeres que aleje a las niñas a llegar a vender su cuerpo o ser vendidas por sus familias a proxenetas.
Durante una conversación con la periodista Ana Pastor enmarcada en el III Encuentro con Mujeres que Transforman el Mundo de la capital segoviana, Mam apeló a la colaboración de instituciones y gobiernos para trabajar en conjunto logrando la erradicación de la esclavitud sexual. “Si las leyes protegen a los clientes no hay nada que hacer”, insistió para señalar la necesidad de otorgar un mayor poder a las mujeres que le ofrezcan oportunidades de trabajo que les alejen de la prostitución. “No queremos ganar a los hombres, queremos ser iguales”, aseveró.
“Nací sin nombre, sin familia y tampoco tenía cumpleaños”, explicó la camboyana para narrar cómo fue vendida y explotada sexualmente durante diez años en los que incluso vivió en una jaula. Tras escapar de todo un mercado que mueve cifras multimillonarias y que afecta a más de dos millones de niñas en todo el mundo, Man creó la asociación Acción por las Mujeres en Situación Precaria (AFESIP) con la que ha ayuda a más de 7.000 niñas explotadas sexualmente y que considera sus propias hijas. La pobreza y la falta de oportunidades, explicó, llevan en su país a madres y a incluso las propias niñas a vender su cuerpo para poder subsistir.
Por este motivo la autora de ‘El silencio de la inocencia’ insistió en la educación como vía para la igualdad con el objetivo de dar a conocer tanto a familia y a los hijos unos derechos violados constantemente por la falta de oportunidades. “Los hombres saben lo que es el sexo porque van a burdeles pero las mujeres en su primera noche se llegan a sentir violadas”, explicó la activista para dejar claro la necesidad de la comunicación entre las organizaciones y las instituciones con una sociedad en la que está prohibido hablar de sexo.
Prueba viviente de que hay que creer en el ser humano, como la calificó la periodista Ana Pastor, Somaly Man aseguró estar dispuesta a perdonar y a continuar con su labor en Camboya donde morirá ayudando a niñas que pasan por la situación por la que pasó. Destacó la necesidad de educar a los hombres y relató cómo se enfrentó a algunos de sus violadores durante una charla, a los que miró fijamente a los ojos, diciéndoles: “necesito que no tengáis que golpear a una mujer”.
“Aprendí a aceptar lo que tenía”, explicó como clave para ser feliz y para dar un toque de atención a los que lo tienen todo pero aún así continúan sin lograr la felicidad. “en España sois afortunados y muchos no os sentís afortunados. La vida siempre es genial”, concluyó.