Entre los pliegues del norte segoviano, donde el río Duratón dibuja gargantas de vértigo y las torres románicas vigilan el horizonte, late una comarca con historia, paisaje y autenticidad: la Tierra de Sepúlveda. Este territorio, también conocido como la Comarca del Norte de Segovia, reúne algunos de los pueblos más bellos y con más personalidad de Castilla y León.
Sepúlveda, la villa madre
En el corazón de la comarca se alza Sepúlveda, declarada Conjunto Histórico-Artístico. Sus calles empedradas, sus casas de piedra rojiza y sus iglesias románicas —como El Salvador, una de las más antiguas de Castilla— la convierten en un museo al aire libre. Desde su Mirador de Zuloaga, el visitante contempla las hoces del Duratón, donde anidan los buitres leonados, y siente que el tiempo se ha detenido.
– La iglesia románica más antigua de Segovia está en una preciosa villa –
Su gastronomía, presidida por el lechazo asado en horno de leña, completa una experiencia que combina arte, historia y sabor.
Sacramenia: piedra, monasterio y aroma a lechazo
Próximo a la frontera con Valladolid y Burgos se encuentra Sacramenia, sinónimo de historia, patrimonio y buen comer. Su origen se remonta a la Edad Media, cuando los monjes del monasterio cisterciense de Santa María la Real impulsaron el desarrollo agrícola y espiritual del territorio. Aunque el monasterio fue desmantelado en el siglo XX —sus piedras viajaron hasta Miami, donde se reconstruyó como claustro y donde es conocido como El Monasterio Español. No obstante, su legado sigue muy presente en la identidad del pueblo.

Sacramenia conserva un casco urbano de aire tradicional, con calles estrechas y casas de piedra caliza. Pero si hay algo que la ha hecho famosa más allá de Segovia es su lechazo asado, uno de los más reputados de Castilla. Numerosos asadores locales continúan la tradición, atrayendo a visitantes de toda la región.
– Este pueblo de Segovia es el epicentro del lechazo –
A ello se suma su entorno natural, con panorámicas de la Sierra de Pradales y rutas que invitan a descubrir su paisaje sereno y cerealista.
Valtiendas: vino y paisaje
A poca distancia, Valtiendas ofrece una combinación perfecta entre paisaje, vino y autenticidad rural. Este pequeño municipio, asentado entre lomas y viñedos, da nombre a la Denominación de Origen Protegida “Vinos de Valtiendas”, una de las joyas enológicas menos conocidas de Castilla y León.

El visitante puede recorrer sus bodegas familiares y degustar tintos potentes elaborados con uva tempranillo, cultivada a más de 900 metros de altitud. El clima y los suelos calizos confieren a estos vinos un carácter singular, que ha situado a Valtiendas en el mapa del enoturismo rural.
Más allá del vino, el pueblo conserva rincones con encanto y un entorno ideal para el senderismo o las rutas en bicicleta entre viñedos. En verano, su Fiesta de la Vendimia reúne a bodegueros, vecinos y visitantes en un ambiente festivo que resume el espíritu acogedor de la comarca.
– Una fiesta con Denominación de Origen: no te pierdas la Fiesta de la Vendimia de este pueblo de Segovia –
Duratón y San Frutos: la esencia del parque natural
En una superficie de 5.037 hectáreas que se extiende en terrenos de los término municipales de Sepúlveda, Sebúlcor y Carrascal del Río se extiende el Parque Natural de las Hoces del Río Duratón. En él se haya la Ermita de San Frutos, patrón de Segovia, encaramada sobre el cañón y símbolo de espiritualidad y paisaje. El entorno invita al senderismo y a la observación de aves, con rutas que mezclan naturaleza y patrimonio.
– Dos Parques Naturales en Segovia por descubrir –

– ¿Conoces los cuatro milagros de San Frutos? –

Otros tesoros rurales
El encanto de la Tierra de Sepúlveda no se agota en sus principales villas. Pueblos como Castrojimeno, con su espectacular mirador natural, o Aldealcorvo y Aldeonte, tranquilos y llenos de sabor rural, completan un mosaico de lugares donde el silencio y la autenticidad son los verdaderos protagonistas.
Una comarca para disfrutar sin prisas
Tierra de Sepúlveda es, en definitiva, un territorio donde la piedra y el paisaje dialogan. Un lugar para recorrer sin prisa, detenerse en una plaza, escuchar el rumor del río o perderse entre iglesias románicas que aún conservan el alma del medievo. En cada pueblo, en cada rincón, el visitante encuentra un fragmento de la historia de Castilla y un motivo para regresar.











