El destino a veces traza el camino de vuelta a casa de la forma más inesperada. Esa es la conmovedora historia de Noemí Soler, la Mejor Emprendedora Rural 2024, una de las protagonistas más entrañables de la campaña «Nuestros Pueblos, Nuestra Fortaleza». Tras una década viviendo en Chile, donde formó una familia con su marido y sus hijos, Noemí vio en el estallido social y la pandemia el momento de volver a sus raíces, sin saber que el hogar no sería donde nació, sino donde la esperaban.
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Lo que empezó como un regreso a España fue solo una escala en su viaje de vuelta. Pronto se dio cuenta de que la verdadera cercanía a sus hijos y la calidad de vida que anhelaba no estaban en la capital, sino en un lugar que la esperaba con los brazos abiertos:
El Espinar. Su llegada al municipio, que en un principio fue una parada temporal, se convirtió en un acto de amor y de propósito. Noemí no solo encontró un hogar, sino también la oportunidad de aportar algo que al pueblo le faltaba y que a ella le llenaba el alma.
De esta necesidad nació Pareidolia, un nombre tan poético como el propio proyecto. La pareidolia, ese fenómeno de ver formas y caras en las nubes o en los objetos cotidianos, se convierte en una hermosa metáfora de lo que Noemí ha logrado: ver posibilidades y potencial donde otros no lo veían. Con su escuela de arte, ha devuelto con creces el cariño recibido de sus paisanos, demostrando que en el retorno del emigrante no solo hay recuerdos, sino un inmenso deseo de crear y de devolver lo que el hogar le dio en su infancia. Su proyecto, que lleva la cultura a once pueblos, es su forma de «repartir vida y color con cada pincelada».
Como ella misma relata, la experiencia ha sido inmensamente gratificante. El gusto por la vida y la salud mental que se respira en los pueblos ha sido la base para desarrollar un proyecto que no solo es un espacio de clases de arte, sino un centro de tejido social, de integración y de propulsión de las tradiciones locales. En El Espinar, Noemí ha encontrado su lugar, un sitio donde el trabajo y la vida se entrelazan de forma natural, permitiéndole estar cerca de los suyos y vivir donde trabaja.
La historia de Noemí Soler es la prueba de que el verdadero éxito no siempre está en la vida fácil, sino en la paz encontrada al volver a casa. Su llegada a El Espinar no es solo una vuelta al pueblo, sino la demostración de que el emigrante que retorna es una fuerza revitalizadora que fortalece la comunidad, aportando nuevos sueños y una magia que se siente en cada rincón. Como dice la campaña, hay algo especial en mirar a los ojos de quien decide quedarse y elegir construir su vida aquí.