Quisiera que en mis versos

tuvieran las palabras

la gama de colores

del otoño en La Granja.

Con la rica paleta

de ocres, verdes y grana,

describir un paisaje

que invita a la esperanza

llenando de belleza

y melancolía las almas.

 

Al volver cada año

el otoño a La Granja,

vuelve de nuevo la vida

profunda y confiada.

Atrás quedan los días

del verano y sus ansias

de fiestas y excursiones,

de ruidos y alharacas,

los rígidos calores,

las tormentas que espantan

por los rayos y truenos

que en la sierra restallan.

Quedan solas las fuentes

los estanques y estatuas,

los árboles desnudos

que semejan fantasmas.

Pasado ya el verano,

septiembre trae el agua

que riega los jardines

y en los arroyos canta

y, a veces, en octubre

las nubes nos regalan

sus blancos algodones,

las primeras nevadas.

 

Al volver cada año

el otoño a la Granja

me trae a la memoria

de mis hijos la infancia:

recuerdos de paseos

saboreando la calma

de las tardes tranquilas,

de las fuentes calladas;

llegábamos al Mar

por la cuesta empinada

de caminos que suben

entre las finas ramas

de arbustos que deshoja

la estación encantada,

que los recuerdos mece

y las hojas arrastra;

descubríamos criaturas

que en el bosque se hallan

– ardillas, aves, gamos-

y las truchas que saltan

en aguas de la sierra

que en el Mar se remansan,

en espera del día

que a las fuentes den alma.

 

¡ Qué daría por encontrar

para mis versos palabras

con la gama de colores

del otoño en la Granja!

 

 

José García Velázquez

Segovia, 18 de agosto de 2.005

DEJA UNA RESPUESTA