El CAPDI Los Juncos cumple 35 años desde que abrió por primera vez. Para conmemorar este aniversario, el centro ha organizado un programa de actividades, que arrancó el pasado 15 de enero un baile amenizado por el Dúo Tritón.
35 años del CAPDI Los Juncos
El centro, hace 35 años, recibió la denominación de CAMP El Sotillo. Las instalaciones recibieron a 58 personas procedentes del antiguo Hospital Psiquiátrico Provincial. Desde aquel momento, se han sucedido tres décadas y media de andadura, que dibujan un panorama actual con «un modelo centrado en la persona totalmente implantado», tal y como ha remarcado el presidente de la Diputación, Miguel Ángel de Vicente.
En los primeros meses del año 1990, la población del centro alcanzó su máximo, llegando a acoger a 72 personas. Sin embargo, tardó un tiempo en quitarse de encima el estigma heredado de la procedencia de la actividad de ‘Quitapesares’. Un proceso que culminaba hace unos años con aspectos como esa nueva denominación de Centro de Atención a Personas con Discapacidad Intelectual (CAPDI) Los Juncos, pero también con otras modificaciones de calado y que se han ido certificado a lo largo de estos años, como la desinstitucionalización de las personas que viven en el centro, la transformación arquitectónica del complejo o el cambio en el modelo de atención, con la introducción de unidades de convivencia.
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Ese proceso ha ido en paralelo de una apertura del centro hacia el exterior. Todo con el objetivo de “preservar la dignidad de las personas que desarrollan en él su proceso vital”, ha remarcado De Vicente.
Desde la Diputación aseguran que gran parte de la responsabilidad de esos avances hay que atribuirla a los trabajadores que han pasado por el espacio a lo largo de estos treinta y cinco años, demostrando conocimiento y valía en cada uno de los oficios desempeñados, todos útiles para el buen funcionamiento conjunto. Un valor que se pone a disposición de las personas y que ha sabido adaptarse a las nuevas situaciones, “con un compromiso manifiesto hacia las nuevas formas de hacer las cosas, pero, por encima de todo, con el cariño y la dedicación como banderas”, hacia “cada una de las personas que viven en un centro que es su casa, creando ese clima de hogar y respeto y apoyándolos en la convivencia diaria”.