Si de razones por las que Segovia tenga que ser Capital Europea de la Cultura en 2016 tenemos que hablar, no podemos dejar pasar por alto lo maravilloso que puede llegar a resultar que un soleado o lluvioso día, eso da igual, al salir del trabajo, de tus obligaciones y quehaceres diarios te encuentres con una ciudad repleta de títeres, de caras de asombro y sobretodo de risas e ilusión. Efectivamente nos referimos a la razón número 3 para que Segovia sea Capital Europea de la Cultura. Nos referimos a Titirimundi.

Ya habíamos hablado muchas veces de que Segovia es una ciudad especial que alberga en su corazón y su interior un amplísimo abanico de posibilidades por descubrir, pero las posibilidades se tornan infinitas con la celebración de un Festival Internacional de Títeres. Titirimundi ha celebrado su 25º cumpleaños y una vez más ha conseguido dejar a niños y mayores con la boca abierta. Y para mostrarlo, que mejores abanderados que los propios actores del Festival: los títeres.

Precisamente uno de los encantos de Titirimundi puede ser el hecho de no buscar las actuaciones y encontrártelas, de ir descubriendo por los rincones de la ciudad que por mucho que la lluvia persista, cientos de paraguas van a abrirse y a luchar por encontrar su sitio, pero que no se van a rendir y se van a ir a casa. Eso fue lo primero que hemos visto en un Titirimundi, que como todos los años abarrota las calles de Segovia.

Podemos vendarnos los ojos y perfectamente dirigirnos con el oído para encontrar las diferentes actuaciones. Es fácil: dónde encontremos suspiros, risotadas y mucha expectación, es donde nos tenemos que quitar la venda para disfrutar de los títeres en todo su esplendor, mezclados con el patrimonio y los rincones segovianos.

Los que los conozcáis ya sabéis de lo que estamos hablando, y los que no, sino os despierta ni la más mínima intriga un Festival de títeres que en principio puede estar únicamente dirigido a niños, aunque no es así ¿qué os parece si os empezamos a contar que lo primero que hemos podido disfrutar es de un bailarín danzando junto a una excavadora?

Un “inusual juego poético a través de la danza y la música” así se define el espectáculo que nos encontramos a los pies del Acueducto. En escena, y rodeado de cientos de personas, Beau Geste, bailarín francés, deja a su público atónito con su espectáculo “Transport Exceptionnels”. Consideramos que muy pocas personas, sino ninguna, han podido llegar a imaginarse a una excavadora bailando. A los giros de la pala, los brincos del bailarín y las piruetas de ambos, hay que sumar una relación especial entre ellos: la unión entre el hierro y la carne, el encuentro entre la máquina y el hombre. Simplemente excepcional.

Continuamos con nervios, como si retrocediéramos en el tiempo y con la ilusión de un niño que espera ansioso otra nueva actuación, por la calle Real de Segovia hasta llegar a la Plaza de San Martín, otro de los escenarios con más tradición del festival y que actúa a modo de auditorio por sus escaleras que simulan un graderío a rebosar de personas, que en este caso y en este día, parecía un «rompecabezas» de paraguas. La gente se resistía, a pesar de la lluvia, a retirarse a sus casas y prevalecían las ganas de ver a «Menus Larcins», el espectáculo de Délit de Façade, que representaba en los balcones de la Casa del Siglo XV, una pieza de guiñol con títeres gigantes que a través de un estilo burlesco conseguían sacarnos una sonrisa con las peculiaridades de la «extraña» vida cotidiana de una señora a través de su balcón. Bajo el nombre de Mange Tout, este espectáculo nos mostraba cómo la señora, luchaba contra una cómica adversidad para dar de comer a «su pequeño». Por otro lado, L´Abordage, conectaba dos de los balcones de la Casa del Siglo XV para hacernos reir con otra historia cuyo protagonista viajaba en un mundo de sueños «con la vecina de arriba».

La misma Plaza de San Martín, acogió el que es nombrado como «el más innovador entre los montajes italianos de pequeño tamaño de los últimos años» Clown en estado puro, cómico, fresco, «Clown in libertá», que confundido entre los espectadores y dinámico sobre las tablas combinaba la sencillez, pero exquisita, mezcla de música, acrobacias y mimo. Los más pequeños, a los que se les llenaban las manos de piruletas de Tierra de Sabor, la marca de garantía que ha estado muy presente en esta edición, observaban boquiabiertos a Teatro Necessario llevando a cabo la historia de tres payasos que quieren montar un espectáculo para su público, a los que se entregan sin barrera alguna.

Sin duda alguna, estos y todos los espectáculos de los que no vamos a poder hablar por extensión, son del tipo de actuaciones que al finalizar te hacen caminar con una entrañable y extraordinaria sensación: la de un trabajo bien hecho, digno de una profesionalidad que debería de ser más veces y mejor reconocida, y de esas que sin grandes artificios aunque con grandes dosis de calidad consiguen llevar a cabo números que te dejan dando agradables vueltas a la cabeza. De esos como El Circo de las Pulgas, del que David Pinillos, segoviano premiado con el Goya a la mejor Dirección Novel en la última edición de los premios del cine español y que fue uno de los flamantes pregoneros de Titirimundi 2011, calificaba de «espectáculos de los que crees que siempre han estado ahí». Y efectivamente, Alfredo Panzani, volvió a abrir un año más «la más grande de las pequeñas carpas del mundo» para mostrar a los curiosos que se acercaban por la Casa del Sello, que alberga la Cámara de Comercio de Segovia, a las pulgas más intrépidas del mundo.

Además de todos los espectáculos programados, en esta edición alredededor de unos 361 de más de 40 compañías de todo el globo, Segovia repleta la magia desplegada estos días con la presencia de otros artistas que toman la calle para formar parte de Titirimundi. Cada rincón es bueno para arrancar una risotada al niño, cada recoveco es el ideal para sorprender al joven, y cada espacio es el exacto para que los más mayores recuerden viejas ediciones.

Desde que su director, Julio Michel, lo creara en 1986, muchos son los artistas que por aquí han pasado, y a la tradición de ciertos espectáculos que se conservan prácticamente desde el principio, hay que sumar la innovación de números que año tras año consiguen dejarnos con la boca abierta. Es el caso de Braquage, de Compagnie Bakélite, que nos dio una lección para cuando queramos cometer un robo. Eso sí, en clave de humor y con una máxima: recoger, recopilar y desmantelar objetos y convertirlos en otra cosa. «Un espectáculo deslumbrante de inventiva inagotable donde el espectador experimenta todos los pasos -si se puede recurrir a cierto pragmatismo para llevar a cabo un robo- de un atraco». Risas y aplausos asegurados para un artista, Olivier Rannou, y su compañía, que supo mantener el suspense hasta el final.

Y es que eso se trata, de mantener el suspense hasta el final, algo de lo que Titirimundi sabe, y mucho, y con lo que este año ha jugado una carta maestra. Por primera vez en la historia de este Festival internacional de magia y sueños, y salida de la cabeza de aquel «loco» que se atrevió a crear Titirimundi, Julio Michel, se ha llevado a cabo una producción propia que tuvo como protagonista al Acueducto de Segovia. El Azoquejo albergaba a cientos de personas que atónitos observaban y escuchaban la leyenda del monumento más emblemático de la ciudad. Un juego de luces, sonido, ilustraciones y quintetas explotaban en el corazón de Segovia y de los segovianos, para poner el broche original (aunque no final) a Titirimundi 2011. Cabe por supuesto, nombrar al resto de profesionales que crearon este espectáculo que marcó la diferencia. Los diálogos de Moncho Alpuente, dibujos de Antonio Madrigal, música de Cuco Pérez y creación-manipulación de Muñecos Animados por Román y Cía; hicieron envolver el ambiente con una magia especial.

Si en el programa se especificaba claramente «Fusionando la raíz popular y el aspecto más lúdico del arte del teatro de títeres, con capacidad para la crítica y la ironía, y por supuesto con entusiasmo…» haciendo referencia a los pilares sobre los que se asienta Titirimundi, no podemos sino rubricar estas palabras, ya que nos consta el entusiasmo que se ha mostrado en este festival desde que se anunciara su programa hace meses. Los llenos absolutos en el Teatro Juan Bravo, la apretada y enérgica agenda de su director, organizadores y voluntarios; las calles repletas hasta la bandera de personas además del conjunto de los 29 espacios llenos de gente en todas sus sesiones; y unos contentos y entregados, pero exhaustos titireteros con los que hemos podido hablar; avalan una nueva edición de Titirimundi de la que ya se habla, ha sobrepasado sus mejores expectativas de visitantes.

Es curioso como dejamos de lado la búsqueda de la expresión de los rostros y el realismo o la interpretación que siempre exigimos en el cine o en el teatro a los actores, para dejarnos llevar igualmente o en mayor medida por, como si de humanos se tratasen, los sentimientos que nos despiertan los títeres.

Este es el encantamiento de Titirimundi, todo un Festival Internacional de Títeres único en el mundo, ahora ya con su propio libro y que ha recibido su Medalla al Mérito Cultural del Ayuntamiento, y que como no podía ser de otra manera, es otra de las razones de peso para coronar a Segovia como Capital Europea de la Cultura en 2016. ¿O acaso tenéis alguna duda?

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