Llego al Teatro Real sobre las 4 de la tarde y ya hay cola. Comienzan a caer las primeras gotas de la tarde y parece que el tiempo no nos va a dar tregua. Pero la carpa está preparada para que los vestidos y trajes de los invitados no se pasen por agua. Primer obstáculo superado.
A las 5 abren las puertas y recogemos la acreditación. La nuestra es de color rojo porque tenemos acceso a dos espacios: la alfombra roja y la sala de gráficos. Aceleramos el paso porque hay que coger un buen sitio para las próximas 4 horas.
Comienza el desfile y empiezan a verse los primeros modelitos de la noche.
De repente, Sancho Gracia, con sus aires de grandeza, se dedica a gritarle a una chica de prensa que intentaba dirigirle hasta los periodistas. “¡Voy a hacer lo que me de la gana!”. La chica contiene las lágrimas y sigue con su trabajo. El que Sancho Gracia se empeña en no entender.
Álex de la Iglesia tiene semblante serio. ¿Serán los nervios por las 15 candidaturas de Balada triste de trompeta? ¿Será por los que gritan en la calle en contra de la Ley Sinde? ¿O por la expectación que despierta su discurso? El director se esfuerza por hablar con todos los periodistas, que hoy prefieren preguntarle por la Academia y dejar de lado su oficio de cineasta, pero alguien se acerca a decirle que ha llegado la Ministra y tiene que salir a recibirla. Hay que hacerse la foto de la concordia (esta vez, de la discordia).
Una vez dentro del Real, empieza la función. A los periodistas nos meten en una sala, llamada Ballet, en la que esperaremos para entrevistar a los premiados. Un catering poco generoso y muuuuuuuucho calor. Los periodistas aprovechan para actualizar su twiter y saludar a algunos compañeros de profesión.
Comienza la entrega, monólogo de Buenafuente y número musical de Luis Tosar (madre mía, la moda Hugh Jackman ha hecho mucho daño a nuestras galas). El primer premio de la noche es para Karra Elejalde, por su magnífico papel en También la lluvia. En su discurso de agradecimiento no quiere dejarse a nadie. Ya vamos con retraso y acabamos de empezar.
La noche trascurre con tranquilidad, entre guiños a Bardem y recuerdos a grandes como Luis García Berlanga. Mario Camus aparece al grito de “con todos ustedes Federico Luppi”. El de sonido se ha colado. El cansancio hace mella a estas alturas de la noche. En la Sala Ballet se han acabado los canapés, los botellines de agua, hace muchísimo calor y cuesta hacerse un hueco entre trípodes, cables y focos.
Bardem sube a por el premio a mejor actor, después de que Jimmy Jump (hoy Trending Topic) haga su aparición estelar. Empieza a cabrearme que se cuele en todas partes. A nosotros nos han pedido la acreditación unas 700 veces en lo que llevamos de noche.
Nora Navas tampoco fue la sorpresa de la gala. Su papel de Florencia en Pa Negre era de Goya de principio a fin. Merecía este reconocimiento y muchos más. La película de Agustí Villaronga comienza a perfilarse como ganadora y no hay nada que me alegre más porque Pa Negre es un gran a cierto del cine español. Algunos en la sala de prensa se empeñan en desmerecerla porque está en catalán y yo… yo no entiendo nada.
Un segoviano se hace con el Goya. Hablo con Pinillos nada más recibir el Goya y hacerse la foto de rigor. Le comento que tiene triple mérito porque no sólo ha conseguido hacer una película (un negocio siempre difícil) sino que también ha logrado estar nominado y además ganar la estatuilla. Y me dice: “la verdad es que soy un suertudo. Hay muy buenas películas que ni si quiera han sido nominadas, así que ha sido cuestión de suerte”. David, yo no creo que sea cuestión de suerte, sino de talento.
Una mención especial merecen dos personas. Rodrigo Cortés es una de ellas. El director de Enerrado me ha encandilado con su discurso. Su película se ha hecho con 3 Goyas pero merecía más. El riesgo debe premiarse. El segundo héroe de mi noche es Antonio de la Torre, siempre simpático, complaciente, amable e ingenioso. ¡Pero qué grande eres!
La guinda del pastel la pone de nuevo Pa Negre. Ha conseguido el premio a mejor película y Villaronga recibe el de mejor dirección. La mejor manera de terminar una gala… que parecía interminable. 3 horas y 14 minutos duró la ceremonia más larga de los últimos 5 años.
Cae el telón del Teatro Real para una de las ediciones más especiales de los Premios Goya. Recogemos nuestras cosas sin esperar a la foto de familia, ¡es muy tarde! Fue un orgullo estar presente y poder contároslo hoy en el blog. De todo lo que he escrito, me quedo con el nivel cinematográfico de esta edición, ojalá todos los años fueran como este.