“Había bebido y dí positivo en un control de alcoholemia”. Lo dice, ahora ya con una sonrisa en su cara y sin vergüenza ninguna entre sus compañeros, Santiago Mendoza, un segoviano de Carbonero el Mayor al que la vida le ha dado una segunda oportunidad. Ha sabido aprovechar la condena ordenada como TBC -trabajo en beneficio de la comunidad- en la Agrupación de Protección Civil de La Granja de San Ildefonso, pues ahora trabaja en una empresa que elabora tortillas y platos preparados en Mudrián y los fines de semana, y en ocasiones a diario, acude como voluntario, a desarrollar la misma labor que ejerció por mandato judicial.
“El trabajo me gustó. Ahora soy voluntario y no quiero dejarlo porque me han tratado bien y porque me siento bien ayudando a la gente. En jardinería, limpiando calles, podando árboles, arreglando un adoquín, tapando un grafiti o esparciendo sal cuando nieva. No cobro ni un euro por hacerlo, pero estoy a gusto”, sostiene.
Pero se le olvida citar, aunque se lo recuerdan sus compañeros, que en ocasiones también participan en la instalación de algunas estructuras para la celebración de actuaciones en el centro del pueblo, como las ‘Noches Mágicas’, ya consolidadas en el municipio, o el 23 de enero, día de San Ildefonso Arzobispo de Toledo, con la preparación de un almuerzo popular en la plaza de Los Dolores, tras una tradicional misa en honor al santo. No sólo eso, también organizan actividades extraescolares con niños y con discapacitados. Incluso, en más de una ocasión han requerido su trabajo para asistir como voluntarios de seguridad a los grandes premios de Motociclismo de Cheste (Valencia).
Todo ello lo dice convencido de que su trabajo es agradecido y recuerda que ahora la gente ha podido comprobar que es “buena persona”, que aquél día solo ocurrió un desliz, “algo que nunca debió pasar, pero ahora ya es tarde”. Y aunque prefería no estar en la Agrupación por haber cometido un delito contra la seguridad vial, al menos reconoce que le ha servido para conocer una experiencia “nueva, diferente”, que quizás le ha hecho madurar y ver la vida de otra manera. “Mira como son las cosas, que ahora soy abstemio. No bebo nada”, dice. Preguntado por segunda vez si ni siquiera toma una caña con los amigos, responde que “ni eso, de verdad”, mientras recuerda que ahora también debe dar una imagen, pues lleva un uniforme identificativo.
Santiago Mendoza es uno de los cerca de 3.000 que desarrollaron trabajos en beneficio de la comunidad en Castilla y León el año pasado. De las sentencias, casi la mitad se corresponden con delitos por la seguridad vial, y una cuarta parte, por violencia de género. El resto incumplieron la ley de otro modo.
Pero Santiago no es el único voluntario en Protección Civil de esta localidad serrana. Luis Miguel Moreno, oriundo de La Granja, cumplió 60 días de condena mediante TBC, además de la retirada durante seis meses del permiso de circulación y la lógica multa económica, también por beber al volante. “En mi vida había bebido cuando conducía. Fue un día triste, porque estaba de fiesta con los amigos y volví a casa en coche porque me había retorcido el tobillo y no podía andar, pero realmente el trayecto era muy corto. Todos los papeles que presenté estaban en regla, pero cuando me preguntaron si había bebido les dije la verdad, que sí, y aquí estoy”, manifiesta apenado al recordar ese día.
Ejemplo exitoso
Al igual que Mendoza, quien cumplió 40 días, Moreno también continuó como voluntario tras su paso obligado por la demarcación, que se ha convertido en todo un ejemplo de reinserción. Moreno no tiene que conjugarlo con otro empleo, pues la crisis se ha cebado con el sector de la alta decoración, al que se dedica tras licenciarse en Bellas Artes. Ahora se encuentra en paro, pero presume de haber trabajado para engalanar la sede del PP o las casas del expresidente del Gobierno José María Aznar y el actual ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón.
“En este momento hago esto porque realmente estoy bien conmigo mismo. No hay mejor sueldo que la satisfacción personal y estar orgulloso de uno mismo”, comenta en voz alta, mientras sus compañeros corroboran su afirmación, siempre entre risas que evidencian un buen ambiente.
Algo bueno tendrá la Agrupación cuando son muchos los que deciden quedarse allí como voluntarios, sin remuneración. Uno de los encargados, Roberto López, destaca que a día de hoy se totaliza medio centenar de personas que se encuentran allí como voluntarios, aunque no todos tras haber cumplido antes el obligado trabajo en beneficio de la comunidad.
Este segoviano es uno de los dos únicos que tienen nómina y que deben estar localizados las 24 horas. Con una década a sus espaldas en Protección Civil, remarca que en los últimos años Instituciones Penitenciarias, dependiente del Ministerio del Interior, ha ordenado el cumplimiento de la pena en La Granja a un centenar de personas, prácticamente todos por incurrir en delitos contra la seguridad vial, lo cual eleva como mínimo, a categoría de trabajo ejemplar, a este grupo de voluntarios. Más si cabe cuando ha recibido diferentes reconocimientos institucionales por este motivo en los últimos años y visitas de altos cargos.
Para facilitar el cumplimiento de los TBCs, el departamento de Jorge Fernández Díaz mantiene suscritos en la actualidad diferentes convenios con ayuntamientos, de forma directa o a través de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), para que aquellos que cometen este tipo de delitos menores puedan cumplir su condena con trabajos que sean competencia de los consistorios, tales como jardinería y conservación. En Castilla y León, las entidades locales ofrecen 667 plazas, la mayor parte en las capitales de provincia, de las que cada una de ellas puede ocuparse por más de una persona.