Cómo hemos cambiado… ¿O no? Aquel Villalar fue el mayo del 68 de la identidad regional retrasado diez años: el gran aldabonazo de la conciencia regional. Si se fijan en las fotos probablemente algunos puedan reconocerse en ellas, o descubrir algunos conocidos… aunque un poco más jóvenes. Pero, ¿quién se acuerda hoy de aquellos Villares de antaño? ¿Cuántos segovianos han ido este año a Villalar? ¿Qué significa hoy Villalar en el imaginario colectivo de la región, de la ciudad?
Villalar 1978. Un icono de la lucha comunera. Más de 200.000 personas acuden a la pequeña localidad vallisoletana, y desbordan a la organización. Fue el despertar de una conciencia regional en la recién nacida democracia española y en el incipiente debate sobre el estado autonómico. Hoy, 40 años después, pervive la reivindicación en un Día de Castilla y León normalizado desde hace años, aunque no exento en su recorrido de polémica y división, de estigmatización de la fiesta por la celebración de una derrota, por el protagonismo de la izquierda frente a una derecha renuente. La villa acoge cada 23 de abril festividad, protesta y sentimiento identitario, no nacionalista. Villalar de los Comuneros es seña de la autonomía de Castilla y León.
El espíritu de Villalar no surgió ese 23 de abril de 1978. Sus primeros defensores, un reducido grupo de académicos y políticos, ya estuvieron en la campa en 1975, cuando España iniciaba la salida de la Dictadura y la Transición, como recuerda Antonio Herreros, dirigente del PCE y de IU en Castilla y León y procurador en las Cortes. Daniel de Fernando, primero en UCD y luego en el CDS, es otro de los que vivieron aquella multitudinaria concentración de hace cuatro décadas. Jaime González, vicepresidente y consejero de Agricultura en el primer Gobierno autonómico de Demetrio Madrid y candidato del PSCL a la Presidencia de la Junta, no estuvo en la primera gran cita, pero sí en la siguiente y en todas las demás, excepto en una.
Los tres con responsabilidades en sus partidos durante una etapa de construcción de la Comunidad Autónoma reflexionan, a invitación de la Agencia Ical, sobre la evolución de la Fiesta de Castilla y León y coinciden en que no ha perdido su cuño reivindicativo, en que no es un acto de exaltación nacionalista y en que está normalizada, después de diversos avatares, con la presencia del presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, y de los dirigentes del hoy Partido Popular, que gobierna desde 1987. Ninguno de ellos tiene dudas de que el Día de la Comunidad en Villalar de los Comuneros es “incuestionable”.
Trabajar por una «auténtica» comunidad
El palentino Antonio Herreros se confiesa leal y convencido de Villalar y rememora como la cita de aquel 1975 no trascendió y hubo incluso dudas en convocar al año siguiente, pero volvieron a acudir al año siguiente y se dio una continuidad, más después de la gran concentración de 1978, que “nos desbordó”. Pero también vieron que era la llama para trabajar por una “auténtica” Comunidad Autónoma, y se pregunta cuál hubiera sido el efecto de contar con las autonomías de Cataluña, Galicia, Andalucía y País Vasco y luego el “resto de provincias”.
“No es una cuestión nostálgica, sino de interés por la tierra”, relata al recordar como se involucraron en aquellos momentos para que Castilla y León fuera una autonomía similar al resto, no sin señalar a partidos que no les gustaba este proceso y de ver en ellos una “auténtica resistencia”. Fue un “redespertar” de la conciencia regional, dice, aunque subraya que el espíritu comunero no había desaparecido.
La llegada de Aznar a la Presidencia de la Junta en 1978 llevó a los convencidos de Villalar a hacer doblete el 23 de abril, si querían participar en la entrega de los Premios Castilla y León -cada año en una provincia- y en la campa. “Se pretendía que no hubiera una identidad de comunidad, sino una mancomunidad de diputaciones”, opina, aunque subraya que, pese a ello, “Villalar es incuestionable”.
Herreros refiere como “algunos se incomodaron” cuando él pidió la presencia del presidente de la Junta en Villalar. La visita, de manera tímida, aunque bien acogida, se produjo en el 23 de abril de 2002. Juan Vicente Herrera realizó un recorrido por las casetas de los partidos y sindicatos. El exdirigente de IU cree que, la oficialización de la fiesta, no ha hecho que haya perdido su seña de reivindicación.
“La gente iría a Villalar aun sin convocatoria, unos a pasar un día festivo, otros por el espectáculo, y otros con criterios de reivindicación que no deben desaparecer”, reflexiona, aunque echa en falta que no exista un manifiesto, pese a que él vivió las dificultades y “los encajes de bolillos” para conseguir el consenso. “Había razones para el manifiesto, para reivindicaciones sentidas por la gente, que no tiene que ser un litigio, sino un reconocimiento de la realidad, para trabajar con menor coste y más eficacia política”, explica.
La ofrenda de los partidos políticos ante el monolito de los capitanes comuneros ajusticiados por las tropas imperiales de Carlos V en 1521 está “bien”, dice Herreros, pero resalta la importancia la unificación de las reivindicaciones y su eco mayoritario. “Después de muchos años de trabajo e ilusión, el dato importante es el reconocimiento colectivo de un pueblo”, valora.
Un aldabonazo, una llamada de atención
Villalar fue un aldabonazo, una llamada de atención de que Castilla y León era más que nueve provincias dice el socialista leonés Jaime González, otro “convencido” de la fiesta en esta villa vallisoletana, cuyo partido explica que nunca dudó y realizó la declaración de ella por ley. Sin embargo, en aquellos primeros años ochenta, no fueron en alguna ocasión bien recibidos, pero él no se detiene en esos hechos y habla de “algún follón”, al que resta importancia, pero sí pide que “se hable bien de Villalar, porque no siempre fue así”.
Para él es una “fiesta muy especial”, ahora en “unos tiempos de normalidad”, si bien indica que los dirigentes de la derecha “no hablan con entusiasmo” de Villalar, aunque sea ya “aceptada”. Reconoce que fue la actitud de la Junta y su falta de colaboración, con gobierno de Alianza Popular, después convertida en Partido Popular, la que “impidió una celebración en plenitud”.
González explica que los Premios Castilla y León son “una cosa, para alguien que se los merece”, y el Día de la Comunidad en Villalar otra, en relación a aquel momento de coincidencia, que tanto disgustó a los socialistas. Sin embargo, no ve “incompatible”, ni que se debilite la fiesta en la campa con actos el 23 de abril también en las provincias, en el enfoque dado por la Fundación Villalar.
El exdirigente socialista, que sólo faltó en una ocasión, disfruta en Villalar “como un enano”, no se cansa de ir y de pasear por las distintas casetas, aunque su momento preferido es en el recorrido desde la campa hasta el monolito comunero para realizar la ofrenda floral. Recuerda como realizó fotos a los primeros dirigentes del PP -entre ellos el fallecido Tomás Villanueva- que pisaron la campa, y que conserva.
¿Qué echa en falta de la fiesta de la Comunidad?. “Qué haya más gente joven, me gustaría, quizás sobran casetas de feria, pero es licitó y no entorpecen nada”, dice. Está convencido de que el espíritu comunero en el sentido de reivindicación se mantiene, también entre los jóvenes. “Hay muchas cosas que reivindicar”, afirma, por ello le gustaría que se recuperará el manifiesto. González guarda la presencia de todos y su lectura desde la tribuna de la campa. “Era bonito”.
Una fiesta mejorada
El abulense Daniel de Fernando tiene un recuerdo “agridulce” del Villalar de 1978. Por un lado, estaba “féliz” por la celebración; por otro, el sentimiento “amargo” porque los “seguidores del cura Gonzalo no respetaron el acuerdo para que hablara primero José Manuel Reol Tejada”, el primer presidente del Consejo General de Castilla y León. Ha estado dos veces más en la villa comunera el 23 de abril, aunque sigue la fiesta, y cree que “está mejorada”. “Al principio parecía una revuelta, más que una festividad”, lamenta.
Pasados esos momentos, en los que reconoce que fue la izquierda quien más respaldó Villalar, valora que exista unidad, que estén todos los partidos políticos, aunque él también menciona que la descentralización del acto en cada provincia el 23 de abril por Aznar llevó a una división y a una normalización tardía. Su partido, primero la UCD y después el CDS, siempre mantuvo que Villalar era la fiesta de la Comunidad, afirma.
En la actualidad, sin militar en ningún partido político, se siente representado en un evento que une a la Comunidad, que no existe la división por la que transitó durante años, que cuenta con el apoyo de las instituciones autonómicas, y que es centro de reivindicación de las necesidades de Castilla y León. “No somos nacionalistas, somos regionalistas; eso queda para otros”, señala. De Fernando ve “bien” que haya actos el 23 de abril en las provincias, siempre que “no se suplante, ni se desvirtúe” la celebración en la campa.