Artículo de opinión:
Emilia De Frutos Hernando, médico interno residente en Salamanca
Lo primero, pido perdón.
Pido perdón a quien me lea porque voy a quejarme. Pido perdón porque no paramos de hacerlo, pero no me parece justo lo que me ha pasado esta tarde de domingo del trece de noviembre. Lo que me ha pasado a mí, y a todos los segovianos que pretendíamos viajar a Salamanca con nuestro abono “gratuito” para viajeros frecuentes.
Les cuento lo sucedido:
Al llegar a la estación Segovia-Guiomar e intentar acceder a mi tren me han denegado el acceso, ya que desde este viernes no se permite el acceso en Segovia en el trayecto Madrid-Salamanca con dicho abono. ¿Les han avisado a ustedes? A mí tampoco.
Tendría usted que montarse en Madrid, me comenta educadamente el trabajador de la estación. Si viaja usted desde Segovia no se considera media distancia (no sé qué distancia será) y tiene que pagar un billete completo. ¿Cómo? O sea que desde Madrid se puede viajar gratis a Salamanca pero desde Segovia no. Y no solo eso, ahora los ciudadanos de Segovia tenemos que pagar el triple respecto a lo que pagábamos anteriormente a la existencia del abono.
Antes ida y vuelta eran veintitrés euros aproximadamente y ahora solo la ida son treinta y dos euros. Miren Señorías, me parece muy llamativo y bienqueda un abono gratuito, pero siempre y cuando no sea solo para unos, mientras otros tienen que pagar por tres.
En Segovia somos menos, pero somos igual. O deberíamos serlo.
Yo compré mi abono en la estación de Segovia y me dijeron que no habría problema, únicamente que la aplicación no les permitía elegir Segovia como origen o destino de mi abono.
Hoy me quejo porque casi pierdo mi tren.
Me quejo porque nadie me había avisado.
Me quejo porque me ha tocado pagar el triple.
Me quejo porque no me parece justo.
Me quejo porque las ciudades pequeñas deberíamos ser igual.
Pero termino dando las gracias a mis padres y a los trabajadores de la estación, que a pesar de todo, han remado a favor de obra para que yo pudiera comprar un billete rápido y llegar corriendo a mi tren. Me imagino que no habrá sido decisión suya la de denegarme el acceso.
Bueno, sigan luchando sus días.
Un abrazo.