Uno de los 4 ‘Árboles del Año en España’ se encuentra en una localidad de Castilla y León. Así, aparece un ejemplar entre los primeros seleccionados, aunque Andalucía se lleva la palma.
El top es el Chaparro de la Vega, en el pueblo sevillano de Coripe, declarado fue declarado Monumento Natural por la Junta de Andalucía en el año 2001.Con 250 años de historia, mide 33 metros y su perímetro es de siete metros.
La segunda posición es para otro ejemplar sevillano, el Ciprés de los Pantanos del Parque de María Luisa, con sus 33 metros de altura y 200 años de existencia.
De este modo, Andalucía lidera el palmarés que continúa en Jerez de la Frontera. El Cedro del Himalaya ejemplifica la resiliencia al cambio climático, ya que la mayoría de los grandes cedros que había en la ciudad se han secado en las últimas décadas.
Castilla y León
En cuarto puesto se sitúa el Árbol de la Cruz de los Ladrones. Está en Beratón, provincia de Soria. Con 3,49 metros en la base, “a 1,30 metros no es posible medirlo por presentar un tumor a esa altura de gran envergadura”, detallan desde Árbol y Bosque del año.
Sus 250 años de vida y 15 metros de altura, son testimonio vivo de la historia de la comarca soriana.
Según relatan, “si este quejigo pudiera hablar, si pudiéramos ver todos los hechos acontecidos en el lugar donde se ubica, sería posible escribir relatos fascinantes de la historia de la comarca del Moncayo, de sus gentes, de sus costumbres. Los “ires” y “venires”, las trifulcas y por qué no, algún amorío”.
Árbol de la Cruz de los Ladrones
El Quejigo centenario tiene grabadas tres cruces.
Estas tres cruces, representan la unión de Beratón y sus tres pueblos vecinos, Borobia, Purujosa y La Cueva de Ágreda, que persiguieron al tío Chupina y sus bandoleros en 1874.
Concretamente, es el lugar donde los apresaron, tras haber encerrado en la iglesia a todos los habitantes de Beratón y saquear sus casas.
Estos hechos fueron recogidos en el romance de ciego “Sobre un hecho acaecido en Beratón, el 8 de febrero de 1874”.
Beratón
“Con apenas 40 habitantes censados, Beratón es cruce de caminos entre Aragón y Castilla, entre la meseta y el valle del Ebro, es la puerta para atravesar el Moncayo por sus praderas. O para subir a su cumbre. Integrado en el futuro Parque Natural del Moncayo.
Dos ríos recorren su término, el Isuela y el Araviana, río famoso éste último por ser lugar de batallas de los Infantes de Lara. El término es barrido por vientos como el Cierzo, siendo cubierto de nieves en invierno que llegaron a servirse a reyes como Carlos IV en 1759.
En cualquier estación del año
Esconde en primavera y otoño un rico repertorio de colores. Es fruto de los diversos tipos de hojas de robles, encinas, chopos, arces o abedules. Quién sabe si recuerdo del bosque celtíbero de Buradon.
El monte bajo es famoso por sus camomilas, salvias, tés y también por las setas, chordones, moras y endrinas. Tierra de ganado ovino y cereal, también son conocidas sus patatas y la gastronomía de judías, garbanzos, migas o “carne a la pastora” (guiso de cordero). Buen reclamo para el caminante que visita estas tierras.
Sobrevuelan nuestras cabezas buitres, águilas y alimoches, que aquí se llaman milopas. Nos llevan a lo alto.
El sistema alpino de Moncayo y sus sierras se combinan con las crestas calcáreas, las simas y los barrancos. El Ojo del Viento vigila desde lo alto de una de ellas, las Corzas Blancas becquerianas y los caminos llevan a localidades rayanas como Añón, Purujosa, Borobia o La Cueva.
Es tierra de frontera. También lugar de acogida, entre el cielo y la tierra, en albergues-ermita y en fiestas rituales. Es entonces, cuando el paisaje y el paisanaje te dan la mano alrededor de un árbol. El Arbol de la Cruz de los Ladrones.
Para los beratoneros y beratoneras, descendientes, amigos y vecinos es una visita obligada, por su entorno, sus rocas y caprichosas formaciones, su flora y su fauna”, argumentan.