Más de 233.600 kilos cada año de toallitas húmedas, plásticos o pañales, y 2.000 kilos anuales de grasas, en especial procedentes de establecimientos hosteleros, generan atascos en las tuberías de Segovia. Por ello, la alcaldesa de la ciudad, Clara Luquero, recordó que la ciudad contará con una nueva ordenanza municipal para regular el régimen de los vertidos a la red de alcantarillado, con procedimiento sancionador para evitar perjuicios al resto de los ciudadanos y los costes de los atascos en las tuberías ocasionados por empresas y particulares.

Clara Luquero recordó que, a lo largo de 2018, el Ayuntamiento de Segovia ha tenido que recurrir hasta en 75 ocasiones a empresas especializadas por atascos de gran volumen en la red de saneamiento de la ciudad, a lo que hay que sumar “las numerosas operaciones» acometidas por los propios operarios municipales.

La concejala de Obras y Servicios, Paloma Maroto, recordó que el documento de la ordenanza finalizó el periodo de consulta previa y será llevado al pleno de febrero, para su aprobación. «Después se abrirá a exposición pública», argumentó, para la presentación de alegaciones y aportaciones, que “se estudian y se ven si se incorporan», concluyendo el proceso llevando el documento final al pleno.

La ordenanza de regulación de vertidos a la red de alcantarillado no afectará sólo al término municipal de Segovia sino también a los ayuntamientos de San Cristóbal de Segovia y La Lastrilla, que vierten “sus aguas sucias en nuestra depuradora”.

Un problema de todos

Maroto no quiso dar detalles sobre la cuantía de las multas y los tipos de sanciones que llevará aparejada la ordenanza municipal, pero sí destacó la preocupación por regular el apartado dedicado a las industrias para que tengan claro qué tipo de vertidos se pueden o no echar al red, para “evitar que no lleguen de ninguna manera los vertidos peligrosos”.

Maroto explicó que los problemas “más gordos” se producen en las tuberías donde “terminan zonas con hostelería” por el compuesto “muy duro y compacto” que se forma por la mezcla de las grasas y los jabones. La concejala de Obras y Servicios recordó que la ordenanza obligará a los establecimientos a tener un separador de grasas, unos residuos cuya gestión recaerá en bares y restaurantes. A la depuradora de Segovia, apuntó, llegan al año una media de dos toneladas de grasas, una cifrá que aumentó en 2018.

El segundo gran objetivo del Consistorio va dirigido a los ciudadanos para que hagan un uso adecuado del fregadero y el inodoro, con el lanzamiento de la campaña ‘Si todos colaboramos, todos ganamos’. Palomo Maroto pidió que el aceite doméstico usado se lleve a los contenedores habilitados para este fin y se coloque en los cuartos de baños una papelera a la que debe de ir a parar todos los productos higiénicos como toallitas húmedas, algodones de desmaquillaje, pañales, compresas, tampones o palitos de los oídos.

Este tipo de productos, aseguró la edil, junto con todos los plásticos y telas se conoce con el nombre de ‘cribado’, del que llegan a la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) Segovia, un total de 233.630 kilos al año, con los datos recogidos por la actual empresa concesionaria desde 2015. Tantos las grasas y como el ‘cribado’ causan atascos de gran calibre que dejan inutilizadas las tuberías o reducen sensiblemente su capacidad.

La concejala de Obras y Servicios comenzó su intervención mostrando una importante selección de fotografías tomadas tanto en las tuberías como en la propia depuradora para mostrar claramente el impacto que tienen los residuos de grasas y productos higiénicos en la red de saneamiento de la ciudad. Además, en los próximos días, en los muppies publicitarios de la ciudad se expondrá la imagen de la campaña con un inodoro y la petición de “usarlo con cabeza”.