“Lo mejor que nos puede pasar es la vacuna, pero tardará uno o dos años, creo yo. El problema será si en octubre vuelve el virus con fuerza y con un catarro… Pero estoy contento porque la gente del campo ya hemos pagado el pato y lo seguiremos pagando en los precios. Todos hemos perdido algo, pero las grandes superficies han estado bien servidas”. Eusebio Negrete cumplirá 70 años el día de Santiago Apóstol. Pastor desde que nació, y por vocación, afronta ahora una nueva etapa desde el conocimiento y sabiduría que da ser la tercera generación de ganaderos, de soledad, de confinamiento diario en el campo, con la compañía de sus 800 cabezas de castellanas y churras, 14 cabras y sus dos burras.
Atraviesa su rebaño, junto al Canal de Castilla, un lugar mítico como es el puente de la Venta de Valdemudo, en la confluencia con la Cañada Real Leonesa, muy cerca de su explotación, que dirige junto a sus hermanos en el término de Becerril de Campos. “Este virus, tal y como habla la gente, puede proceder de los murciélagos, pero yo soy como Trump, creo que ha salido de un laboratorio” desliza, mientras baila su cacha. Asevera que agricultores y ganaderos “se han afectado muy poco” porque en los pueblos “ha habido mucho cuidado”, pero vaticina que España podría llegar a los 50.000 fallecidos: “Ojalá me equivoqué, pero si no al tiempo”.
Con el sonido del transistor de fondo escuchando el informativo radiofónico, Eusebio se mueve delante del rebaño como pez en el agua para evitar que se salgan de la vereda. La ayuda de los perros es incansable, paralelo al Canal de Castilla. De un silbido, los canes se ponen en guardia a la espera de un orden que marcará el lanzamiento de la piedra. De momento, trabajará al menos un año más como jubilado activo, hasta que uno de sus hermanos pequeños alcance los 65 años. “Estas próximas Navidades serán las ultimas que desempeñe el trabajo de ganadero”, anuncia, delante de uno de su hijo Eduardo, que está con él en la explotación. Los otros dos, Jorge y Rubén, lo hacen en Palencia en la construcción y en Renault, pero viven con él en Becerril. “Me gusta mucho cuando nos quedamos por las noches en el sofá hablando de muchas cosas, de la actualidad. Me hace sentir bien”, comenta ligeramente emocionado, mientras recuerda que es viudo desde 2015 por culpa de un infarto que sufrió su esposa.
Educado a “llevar” cientos de ovejas, “no alcanzaba casi el sillín de la bici” cuando se enamoró de la ganadería que regía su abuelo. Ahora, la crisis les ha condicionado la venta de lechazos por el cierre del canal Horeca: “La hermana de un amigo es médica en Madrid y se queda alucinada de cómo afecta el virus a los pulmones”, suelta, con una negativa con la cabeza.
Aunque la sociedad mundial no haya pasado en los dos últimos meses una guerra, Eusebio Negrete encuentra similitudes: “Mi padre ya estuvo en la guerra Civil. Fue más fuerte que esto, lógicamente, pero fue allí donde ya había bulos, porque sacaban a la gente de las casas por mentiras; y era más duro que esto”. Insiste, a la sombra de las choperas del Canal de Castilla, que esta pandemia “se tenía que haber cortado antes”. Dicen que les ha pillado de sopetón y carga directamente con vicepresidente Pablo Iglesias, que “no va a las residencias ni a las colas del Banco de Alimentos”. “Del Gobierno no me fío nada, porque el presidente del Gobierno dijo que no iba a dormir tranquilo con Iglesias y resulta que le ha metido en la cama y en el CNI”, lamenta.
Aprovecha también para opinar sobre las movilizaciones convocadas por Vox y las caceroladas de algunas ciudades: “No hay que quitar a la gente de protestar y reclamar en la calle, pero hay que esperar un poco para pasar cuentas y que no haya rebrotes”.
“Se veía venir”
No esconde, desde esa sabiduría marcada en su cara, que “tanto plástico y herbicida” ha contribuido también a la pandemia. Señala que “mucha gente viene advirtiéndolo desde hace tiempo, que mucho cuidado, que algo de atención, y ha llegado”. “No se les ha hecho caso; hablo de gente preparada. Creo que en algunas cosas vamos a salir reforzados, aunque el pato le vamos a pagar”, desliza, para pedir “rezar por los pobres muertos que pinaron España”.
Y avisa, dirigiendo la cacha hacia el rebaño, de que el “peligro mayor todavía no se ha visto”, porque aquel que “vivía al día, pero tenía un buen coche, segunda vivienda y acudía al banco para la comunión del niño…” “Esa la vamos a ver. Ojalá me equivoqué, pero va a venir. Esas colas que vemos al Banco de Alimentos y Cáritas… Pero saldremos de esta”, sostiene, para detallar que otros países “saldrán mejor”. “Tenemos por delante un banzo muy grande”, insiste.
Por el momento, advierte de que Castilla y León “está muy aviejada” y por eso el COVID-19 se ha empeñado con la Comunidad. Pero rechaza el concepto que se ha utilizado sobre de ‘España vacía’. “Los pueblos se vacían porque quieren, porque en Becerril hay varios que viven en Palencia y tienen su medio de vida en el pueblo y van y vienen a diario. Es como en misa, a nadie la obligan a ir a misa, pero ahora la gente se va a la ciudad”, exclama.