En esa jornada de clausura ciclo del “Otoño Enológico” se contó con una de las mejores bodegas de nuestro país. Nos estamos refiriendo a Abadía Retuerta. Fue un broche difícilmente superable; pero se logró con la ayuda del Diablo. El regusto dejado por los vinos presentados en esa ocasión por los propietarios de la bodega de Sardón de Duero caló de lo lindo entre los asistentes a dicha cata. Los organizadores de este evento en torno al vino se quedaron con la “copla” y no han querido que en la presente edición faltara a la cita anual esta misma bodega de la cual es alma mater Pascal Delbeck y que además cuenta como director con el enólogo Ángel Anocíbar.
Es de justicia resaltar que Abadía Retuerta exhibe treinta años de historia y cuenta con una Denominación de Origen Propia y Protegida que le ha reportado el Sello de Calidad otorgado por la propia Unión Europea desde hace poco más de un año.
Esta bodega (ubicada en un antiguo monasterio de siglo XII) elabora unos vinos con personalidad que llegan a influir en el estado sensorial de quienes los prueban.
Para acoger esta fantástica bodega se contó como cómplice con el propio diablo. Pero no con Satanás, sino con una versión muy mejorada del mismo a través del Diablo Cojuelo (Raúl Calvo) propietario de ese excepcional establecimiento de la calle Real de Segovia. Raúl ejerció de sumiller para presentar una cata compuesta por tres vinos: “Le Domaine” (un vino blanco súper especial de Sauvignon blanc y verdejo); “Selección Especial” (Tinto 64% de la variedad tempranillo) y un “Cuvée Palomar” (24 meses en barrica de roble francés.).
Y aunque el refrán nos dice que, “Sabe más el diablo por viejo que por diablo”, Raúl Calvo con su insultante y poderosa juventud ayudó a los asistentes en la cata a diferenciar el buen vino del muy bueno con tres bocados gastronómicos para chuparse los dedos.
Se evoca a William Shakespeare cuando afirmaba: “¡Oh, tú, invisible espíritu del vino; si no tienes otro nombre con el que puedas ser convencido, deja que te llamemos demonio!”. O mejor, “Cojuelo”. Raúl Calvo nos lo permite.
La segunda experiencia vinícola y gastronómica se celebró en el restaurante “Maribel”. Un establecimiento que por derecho propio se ha convertido en una de las principales referencias del sector gracias al espíritu de superación y profesionalidad de Julio Santervas y su equipo de trabajo. Aquí podemos hablar de una cata multisensorial en la cual hubo una aleación magistral de sabores de todo tipo. Y todos, excelentes. La Bodega Pagos de Anguix fue la protagonista de la experiencia. Esta bodega de J & C Prime Brands situada en la localidad burgalesa de Anguix surge de la unión empresarial de Juve & Camp (Cavas), Propietat D`Espielles (Penedés) y Primeras Marcas (Ribera del Duero). En pocos años esta nueva bodega es pionera en nuestra comunidad en la viticultura enológica. Cuenta como enólogo con Pedro Elena. Comenzó la cata con la magia sensorial propuesta por el inigualable experto Paco Plaza (Presidente de la asociación de Sumilleres de Segovia) con la degustación de aceite Castillo de Canena, dulce de chocolate y cava. Sin duda, una apuesta con resultado espectacular. Se continuó con la cata de tres vinos tintos diferentes con tensión, en los cuales se da protagonismo a la fruta y en los que se delata una madera bien integrada y un punto justo de madurez: Ocho Dos Dos, Costalara y Barruego). La Bodega Pagos de Anguix exhibe viñedos de entre 30 y 40 años a una altitud en torno a 850 metros y un compromiso inequívoco con la sostenibilidad, lo cual ayuda a ofrecer unos vinos longevos y de calidad contrastada.
Una vez más, y ya se está repitiendo la demanda en muchas ocasiones, los asistentes solicitaron a la directora de la Fundación Caja Rural de Segovia como organizadora del “Otoño Enológico” que se abandone la idea de hacer este evento de forma anual para convertirlo en una periodicidad, cuanto menos, mensual. Y claro, es difícil a veces hacer coincidir la realidad con los sueños; aunque contando con la autoridad del Diablo Cojuelo, la profesionalidad de Julio y la magia docente de Paco Plaza, más la disposición de ayuda del sector vinícola de la comunidad, y los establecimientos hosteleros de nuestra capital y provincia, nada se hace irrealizable si se deja en manos de la coordinación de Beatriz. Por ganas y juventud, que no quede. Si aplicamos el dicho: “Ten cuidado con lo que deseas; a veces los sueños se cumplen” la utopía no está tan lejos.