Antiguamente las ovejas se desvestían de su pelaje mediante el uso de una tijera y una maquinilla. Hoy, a pesar de que a algunos les pueda parecer inconcebible, la tecnología no ha revolucionado el mundo del esquileo y con una tijera, una maquinilla y mucha maña es posible esquilar a una res en cuestión de dos minutos. Al menos, este es el tiempo que Melquíades Hidalgo, un esquilador profesional, empleó en quitar el pesado pelaje a seis reses en la 23 edición del Festival del Esquileo que, año tras año, viene realizando la asociación Gastronómica ‘Los Cucos’ para dar a conocer una de las tradiciones y oficios más arraigados en la provincia.

Desde hace siglos, la economía de la provincia de Burgos ha tenido una enorme vinculación con el sector bovino, nexo que ha ido variando a lo largo de los siglos y que, en los últimos decenios ha descendido, a pesar que durante el Renacimiento el sector bovino tuvo un volumen enorme, dando como resultado un sistema basado en el comercio de lanas principalmente merinas. En la actualidad, apenas resisten 100 esquiladores en la provincia, una cifra que, sin embargo, asegura la supervivencia de un oficio con solera que ha mantenido a muchas familias castellanas y que ha forjado la cultura de muchos pueblos y localidades.

La plaza del Huerto del Rey, a pesar de que en la actualidad una zona de bares de ocio y de copas, recuperó hoy la esencia de lo que fue años atrás, al recrear una plaza en la que ganaderos y pastores se daban cita para vender reses y esquilar a las mismas las últimas semanas del mes de junio, antes de comenzar la recolección. Como antaño, el público se congregó para asistir al esquileo y poder ver ovejas en pleno casco histórico, algo que en el siglo XXI no suele ser demasiado habitual.

Melquíades Hidalgo, el esquilador encargado de cortar el pelo a las reses, señaló en declaraciones a la Agencia Ical, que la labor de esquilar es “una de las más bonitas que hay en este mundo” y aseguró que, además, una de las “más desconocidas entre el público”. Vallisoletano de nacimiento, Melquíades lleva treinta años dedicado a un oficio que aprendió en Inglaterra donde fue el primer esquilador de todo España en adoptar las técnicas que, por aquel entonces, ya se empleaban en países como Nueva Zelanda, y que después se encargaría de enseñar al resto de esquiladores del país. Con una amplia trayectoria profesional en el mundo ganadero, Hidalgo ofrece cursos a jóvenes pastores de Extremadura y Aragón a quienes enseña una profesión que, a su juicio, “sigue estando viva porque hay en España hay 18 millones de ovejas”.

 

Permanencia y supervivencia

La situación del sector bovino no es la más halagüeña. El sector ha experimentado en los últimos años un importante descenso, especialmente desde la entrada en la Unión Europea, del número de explotaciones vacunas que ha tenido como resultado la pérdida de un millar de explotaciones en todo el país. En este sentido, Hidalgo confesó que, a pesar de que el sector fue uno de los primeros en sufrir los efectos de la crisis, “también parece que es uno de los primeros en salir de ellos”, explicó.

El ganadero consideró que, a pesar de las pérdidas económicas han sido abundantes, los ganaderos comienzan a ver los primeros “brotes verdes” al experimentar un pequeño, pero esperanzador repunte en los precios que se pagan por las reses y otros productos asociados.

Hasta que los afectados consigan vislumbrar el fin del camino, los pastores continuarán con su labor. La misma que les enseñó hace años a trashumar por tierras extremeñas sin descanso, para indicarles que el trayecto pasa por diferentes etapas, una de ellas la pudieron contemplar decenas de burgaleses que, además de ser testigos de una tradición centenaria, pudieron degustar una ración de queso y un vino, patrocinados por la asociación gastronómica organizadora. El esquileo sigue vivo.

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