Parece ser que la productora Big Beach Films se ha propuesto incluir la palabra Sunshine en todos sus títulos. Primero fue Pequeña Miss Sunshine, una excelente historia familiar con la que ganaron 2 Oscars de la Academia. Y ahora es Sunshine cleaning, una comedia dramática, también de corte independiente, que llegará a las salas de cine en un par de semanas.
Hace varios meses que vi la película. Es cierto que he tenido que emplear un tiempo en acordarme de los detalles. Pero lo que he recordado fácilmente es el buen sabor de boca que me dejó y las buenas interpretaciones que pude ver en ella.
Amy Adams y Emily Blunt son hermanas. Viven el día a día. Aman, sienten y sufren apasionadamente, sin pensar en la factura que les pasará el mañana. Rose (Adams) intenta ser una buena madre, mientras se acuesta con el hombre que nunca dejará a su mujer por estar con ella. Norah (Blunt) es incapaz de tener un trabajo estable y recurre constantemente a la ayuda económica de su hermana y su padre.
Alan Arkin es otro factor que esta película comparte con Little Miss Sunshine. En aquella ocasión nos hizo reír con su interpretación del abuelo cachondo, que enseñaba a su nieta a bailar. Ahora también es abuelo, pero de un niño inadaptado con una extraña manía.
Los toques de humor se alternan con pequeñas dosis de romanticismo, y duras batallas profesionales y personales. En un mundo donde la apariencia lo es todo, estas hermanas no encuentran su sitio. Por eso deciden empezar de cero y abrir un negocio: una empresa de limpieza que da servicio a la Policía, para desinfectar lugares donde se ha cometido algún crimen.
Los 3 protagonistas bordan sus personajes, los llevan hasta el extremo, sin llegar al histrionismo, y demuestran que el cine no tiene por qué llevar efectos especiales o grandes escenarios. Bastan 3 buenas interpretaciones y un guión pulido.