El cortometraje ‘El país del Extranjero’, rodado este mismo año, es el primer trabajo como director de Pablo Centeno Redondo (Segovia, 1994). Tras trasladarse a Madrid y finalizar sus estudios de diseño gráfico, el segoviano ha comenzado su carrera cinematográfica estudiando dirección en la ECAM (Escuela de Cinematografía y Audiovisual de Madrid), donde además de dirigir este primer corto, también ha trabajado en diferentes departamentos de dirección y producción.
En esta primera incursión como director, Centeno se centra en la nostalgia del protagonista en torno a su pasado para plasmar el «viaje» que suponen las vivencias de cada persona a lo largo de su vida. Una «especie de dejavú», explica, que ensalza los recuerdos porque «nos hacen ver lo que somos y lo que vamos a ser». ‘El país del Extranjero’ se estrenó en los cines Capitol (Madrid) y en diciembre comenzará la ronda de festivales movido por la propia ECAM. Hablamos con su director.
-Este año has estrenado tu primer cortometraje como director, ‘El país del Extranjero’ ¿qué es lo que inspiró a elegir este tema?
Normalmente apunto ideas o situaciones o que llaman mi atención, que me despiertan algo. De las anécdotas del día a día o de una frase subrayada de un periódico puede surgir una historia. Esta en concreto nació, en parte, porque es mucho más bastarda, de un pasaje de El extranjero, de Albert Camus, del asesinato de un hombre árabe en una playa; solo sin nombre, sin procedencia determinada y de toda la parte más existencialista del protagonista. Esa era la sensación que más me intrigaba: las raíces, de dónde vienes y a dónde vas, y que hay “fijo” en la vida. En un principio la historia (porque en el rodaje cambió todo por la falta de un actor) trataba de dos hermanos, dos árabes, que buscaban parte de sus orígenes en un territorio que no reconocían como el propio pero que sentían como conocido.
-Se trata entonces de esa búsqueda del sentido de pertenencia del protagonista y de su propio ‘yo’…
Nadie sabe muy bien cual es su lugar, nos vamos aferrando a cosas que creemos fijas para conformar nuestra personalidad: el trabajo, nuestro circulo cercano, la familia… Esto trata de buscar el protagonista del corto. Encontrar una parte de él que es innata, algo familiar, para entender quién es y de dónde viene. Es una idea que hablamos mucho Ibrahim Ibnou Goush (el actor protagonista) y yo: esta no es una historia de un árabe que viene a España, es la historia de un tipo cualquiera que no se encuentra a si mismo. Queríamos alejarnos del arquetipo tan manido de siempre en el cine: el árabe o es terrorista o un inmigrante pobre, o un camello… esta es la historia de cualquiera de nosotros.
-¿Cuáles son tus referentes?
Creo que todo puede influir en lo que haces. Agustín Fernández Mallo o Bolaño me parecen unos referentes en literatura y muy inspiradores. El cine francés me sugestiona mucho, sobretodo Maurice Pialat. La forma en la que trata a sus personajes y como hace de los sentimientos más cotidianos una experiencia muy angustiosa. También Theo Angelopoulos en sus primeras películas, que son las menos políticas, y como crea unas atmósferas increíbles con planos infinitos. Las películas de Kiarostami, Jafar Panahi y el turco Nuri Bilge Ceylan. El cine asiático de Bi Gan, An elephant sitting still de Hu Bo, que es su única película, y aunque muy cruda, es una delicia. Y sin duda, el cine de Javier Rebollo, que es uno de los más fascinantes directores españoles que hay.
-¿Se tienen suficientes ayudas o recursos para impulsar la carrera de jóvenes directores en la industria?
Encontrar el apoyo de alguien para levantar un proyecto es muy complicado y pasa por muchas fases burocráticas que lo hacen casi imposible. Y no hablo solo de directores principiantes, los que están ya consagrados con dos o tres películas detrás también tienen muchos problemas. El cine tiene poco apoyo en este país, comparándolo con industrias vecinas como la francesa, por ejemplo, y eso crea equipos de gente trabajando gratis o en muy malas condiciones. Ahora muchas producciones extranjeras vienen a rodar a España. Series, películas de altos presupuestos… porque aquí encuentran el mismo nivel de profesionalidad pero más barato. Lo que en otras producciones de hace con millones nosotros lo hacemos por nada. Es seña de identidad solucionar los problemas con ingenio a falta de billetera. Aunque la virtud también es desgracia, porque por el mismo motivo nos vemos en situaciones muy precarias. Es una industria que dicen que no produce o no revierte dinero, pero no conozco otra en la que la frase “por amor al arte” sea más cierta. En definitiva, me gusta imaginar que se podría poyar más la industria, y no solo directores, si no proyectos, y sus correspondientes equipos.
-¿Se nota en algo el periodo de inestabilidad política por el que atraviesa el país?
A nivel burocrático puede que afecte, a la hora de gestionar una producción o conseguir ayudas y las partidas que se destinan al cine. Por lo demás no creo que repercuta.
-¿Qué planes de futuro tienes? ¿Quizás pasarte al largometraje?
Llegar al largometraje es el objetivo. Mirando más cerca tengo un par de cortos en mente, uno en concreto me gustaría rodarlo en Segovia y alguno de sus pueblos. Segovia tiene una atmósfera muy interesante en muchos aspectos. Me seducen las calles y su arquitectura, y es muy peculiar como cambia en función de las estaciones. Existe un mundo entre el invierno que vacía las calles y el sol del verano que saca a la gente del interior de sus casas. Es un paisaje perfecto para contar historias. Seguir escribiendo y rodando es lo que hace músculo, la idea es no parar y continuar, aunque sea haciendo pequeñas piezas.
-Volviendo a la tierra que te vio nacer, cuéntanos:
Un escenario en el que rodarías en Segovia:
El interior de El Parral me parece increíble, pero rodaría cualquier calle. De mis preferidas son callejuelas que se forman detrás de San Nicolás. Hay dos casas de piedra con la madera vista en las que siempre he querido entrar. Esa pequeña porción de la ciudad es un gran escenario.
-Una persona/personaje digno de ser ‘inmortalizado’ en un corto:
La persona que le cuenta a otra dónde está la piedra más pequeña de la Catedral.
-Tema para una película de terror en Segovia:
Toda la tradición de Segovia está muy ligada al Diablo. Supongo que se podría fantasear con toda la historia negra que viene de ahí, o los asesinatos de La Vera Cruz o el Alcázar…
-Y una cómica…
La misma, pero con la estatua del diablo haciéndose un selfie de protagonista.
-¿Has tenido la posibilidad de impulsar tu carrera desde Segovia?
No se si es posible “empezar” desde Segovia, si a estudios se refiere. También es cierto que es dónde empecé a ver películas y a interesarme por ello. Lo que si me gustaría es ver que el trabajo puede llegar a verse en Segovia. El festival de cine europeo de MUCES es un escaparate perfecto y con una gran programación. Es la parte más “cinéfila” de la ciudad y creo que debe impulsarse y protegerse.