Lo que no deberíamos consentir, de ninguna manera los segovianos y burgaleses, es que este sentirnos pertenecientes a una misma región, tan elaborado y en ocasiones tan ténue, por distintas razones, se deteriorara ahora por los apoyos, omisiones y disensiones, respecto a las respectivas candidaturas a ser Capital Cultural 2016.
No debieramos dejarnos arrastrar en exceso por una pasión que nos lleve a absurdos, como apoyar (siendo castellanos leoneses) a otras provincias exteriores a nuestra comunidad (leasé, como ocurrió por parte del alcalde de Valladolid, Santander), rivalidades provinciales entre el Cid y Juan Bravo, o como ahora ocurre, camisetas con diferentes logotipos de apoyo por parte de la Junta. ¿Qué puede decidir libremente un abulense, o un leonés, sin traicionar gravemente los intereses de segovianos o burgaleses. ¿Como vamos a valorar equitativamente los apoyos, cuando hay ayuntamientos de distinto cariz político? ¿No sería penoso que, caso de ser eliminadas ambas provincias en la primera criba, nos quedáramos con cara de «bobos» mirándonos a la cara y además con enemistades innecesarias tan difíciles de subsanar? Habrá que dar a quien corresponda los «toques» de advertencia oportunos, pero ante todo, no ser «niños», dedicarnos cada cual a nuestra campaña y si acaso estar en contra de la candidatura de la provincia más lejana (que tampoco) pero nunca de aquella, con la que nos pueden unir afectividades regionales y menos por intereses políticos que al ciudadano medio no debieran hacerle caer en burdas trampas sociales.
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