El estudio de la UVa sobre los ‘Efectos Espaciales del Confinamiento sobre las tasas de mortalidad por COVID-19 en Castilla y León’ confirmó que las zonas con altos niveles de fallecimientos se localizan en todo el sur de la Comunidad, especialmente entre los territorios limítrofes con las comunidades de Madrid y Castilla-La Mancha, las provincias de Soria, Segovia y Ávila, que conviven con territorios menos afectados en el norte de Burgos y Palencia o en la frontera con Portugal.
El análisis de los profesores de Análisis Económico Ángel L. Martín-Román y Alfonso Moral, de la Facultad de Ciencias Sociales Jurídicas y de la Comunicación de la UVa concluyó que se aprecia una reducción de ese efecto desborde territorial como consecuencia del confinamiento, ya que la relación entre las tasas de mortalidad de los territorios limítrofes es más débil durante el último mes. En su opinión, este resultado parece confirmar en cierta medida los efectos positivos del confinamiento y “deben mantenernos alerta de cara a los flujos de población que genere la desescalada”.
Los profesores de Análisis Económico abordaron este asunto poniendo encima de la mesa que los datos de fallecidos por comunidades colocan a Castilla y León como la cuarta región en número de decesos, con cerca de 2000. “Si a esas cifras oficiales de casos confirmados añadimos las muertes compatibles con COVID, dicha cifra superaría los 3000 casos, y nuevamente situaría a la Comunidad en un triste tercer puesto a nivel nacional, solo por detrás de la Comunidad de Madrid y de Cataluña”, subrayaron.
El objtevivo marcado fue analizar si la distribución por Zonas Básicas de Salud (ZBS) de las tasas de mortalidad por COVID-19 sigue patrones similares a los ya observados en el caso de los contagios y si el confinamiento ha podido tener algún efecto perceptible estadísticamente sobre esos patrones territoriales.
Para llevar a cabo su objetivo, Martín-Román y Moral calcularon dos tasas de fallecimientos acumulados como porcentaje de las tarjetas sanitarias de cada zona básica de salud. La primera incluyó todos aquellos decesos producidos con anterioridad al 8 de abril y que podrían ser atribuibles a los contagios previos al confinamiento y, laa segunda, las muertes producidas entre el 8 de abril y el 8 de mayo, para ver de forma más verosímilmente el resultado de la evolución de la pandemia desde que se inició el estado de alarma.
Las tasas de mortalidad tuvieron “una mayor influencia de los territorios vecinos ocasionadas por las infecciones producidas antes del confinamiento y donde los flujos poblacionales no estaban restringidos”. En el segundo periodo, seguramente debido a la implementación del Estado de Alarma, “ese desborde territorial se reduce y se diluyen parte de los patrones espaciales observados”, lo que demuestra que existe “un efecto escala que viene de la transmisión producida durante el primer periodo y que hace que siga existiendo una cierta interrelación entre vecinos”, concluyeron.