Querida ministra de educación Isabel Celaá:
Ni quiero ni pretendo que esta carta tenga ningún tinte político. No escribo desde la queja ni desde el desánimo. Escribo desde la preocupación compartida por muchos profesores, con el ánimo de seguir adelante y con la esperanza de reconstruir un sistema educativo que hoy agoniza. Escribo desde el profundo amor que siento por mi profesión.
¿De verdad cree que es el mejor momento para tramitar y aprobar una ley de educación? El virus ha cambiado a todo el mundo, la forma de mirar y la forma de vivir ¿de verdad que la educación va a seguir igual? ¿De verdad que todo lo vivido, evidenciado y manifestado en la comunidad educativa no ha servido para cambiar planteamientos y pensar nuevos caminos? La escuela no puede seguir igual. Ministra, a vientos nuevos, rumbos nuevos.
Este continuo sí pero no, estas ideas de un día para otro, esta sensación de improvisación, estas concreciones que cada comunidad interpreta y ejecuta, estos titulares fuera de lugar “solo la mitad de los alumnos volverán al colegio en septiembre”, “los menores de seis años podrán ir al colegio”, “que un profesor trabaje a la vez en dos aulas contiguas” no ayudan, no animan, no aportan y solo generan frustración y malestar en la comunidad educativa. Isabel, está complicando mucho nuestra tarea educativa y estamos llegando al límite. Nos están volviendo locos.
Recuerde que ser ministra de educación no solo consiste en dictar leyes, desde su vocación política en general y concretamente desde su ministerio, usted es también una educadora con el deber de educar y ser referente para nuestros alumnos y créame, no lo está siendo. Los profesores estamos intentando transmitir a nuestros alumnos que esta pandemia es una oportunidad para aprender, pero cuando ellos ven y escuchan a los que dirigís el país, dificultáis mucho nuestra tarea educativa.
Entiendo su miedo a la posibilidad de contagio en Septiembre cuando todas las aulas se llenen de nuevo pero ¿de verdad cree que la mejor solución es que solo vuelvan la mitad? La ratio exagerada que tenemos es un problema para esta crisis sanitaria, pero lo ha sido siempre y lo sigue siendo para el sistema educativo. Cuando el profesor quiere atender a la diversidad, acompañar al alumno de forma individualizada, hacer un seguimiento cercano, descubrir en cada un de ellos sus talentos… con la ratio que manejamos, la tarea de educar se convierte en una misión imposible. Y genera frustración, y genera un sentimiento de no llegar, y genera dolor por sentir que no estamos haciendo bien nuestro trabajo.
¿Se atreve a diseñar una ley para formar a alumnos críticos? ¿se atreve a pensar en la raíz, en la esencia? ¿se atreve a bajar la ratio en las aulas? ¿se atreve a replantear la carrera de Magisterio donde salen los profesores del futuro? ¿se atreve a romper temarios y estructuras y pensar en nuevas asignaturas? ¿se atreve a apostar por nuevas metodologías? ¿se atreve a sentarse con profesores con muchas horas de tiza en sus manos para escuchar y compartir inquietudes? ¿se atreve a compartir la jornada de un profesor en una escuela? ¿se atreve a pasar una semana en un aula de infantil? ¿se atreve a acompañar a un profesor de secundaria durante seis horas en seis clases de 30 o más alumnos? ¿se atreve a hacer una única ley educativa para todo el territorio español? ¿se atreve a crear una EBAU única para toda España? ¿se atreve a hacer una ley sin tintes políticos? Sé que no es fácil, pero sé que es posible y creo que ahora es el momento. ¿Se atreve?
Ministra Celaá, la próxima idea sobre el futuro educativo de nuestro país, no la tome desde el despacho ni con “asesores políticos”, hable con alumnos, con profesores, con familias. Hable desde el aula, desde la vida del colegio, desde la realidad. Escuche, experimente y dialogue, entonces será el momento de hablar.