En el marco de la actividad ‘Tesoros Ocultos del Archivo’, este mes de noviembre en el Archivo Histórico Provincial, se presentan tres inventarios de los productos que podían encontrarse en una ‘farmacia’ del siglo XVIII, donde se recoge una larga lista de elementos y compuestos que en aquella época se vendían en las boticas. Estos documentos que el centro descubre al público ofrecen información muy valiosa sobre el origen vegetal o animal de los productos, los tipos de metales que se utilizaban para elaborar remedios curativos, el nivel de conocimiento científico e, incluso, las enfermedades más comunes descritas a través de los remedios para las mismas.
Entre los elementos que aparecen mencionados en los inventarios que saca a la luz el Archivo segoviano durante las próximas semanas se encuentran el ruibarbo o el agárico (la famosa amanita muscaria), la mirra que regalaron los Reyes Magos o el mercurio, hoy prohibido por la Unión Europea por su alta toxicidad.
El término ‘farmacia’ no aparece hasta principios del siglo XIX, por lo que hasta entonces, a estos establecimientos en los que los boticarios preparaban sus remedios para curar enfermedades o sanar las distintas afecciones del cuerpo humano eran conocidos por el nombre de ‘boticas’. El término de botica proviene del latín ‘apoteca’, que significa ‘almacén’; es decir, se trata de almacenes de medicamentos o remedios. La apoteca también era la bodega e incluso la cantina donde se vendían vinos y licores.
Los orígenes de la farmacología
La ciencia de la farmacia ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad puesto que el hombre ha ido buscando soluciones para sanar y aliviar las afecciones de su cuerpo y del de los animales. El brujo, el hechicero, el chamán o el curandero fueron las primeras figuras dedicadas a tratar los problemas de salud, llevando a cabo desde la preparación de curas, hasta cirugías o danzas que ahuyentaban a los malos espíritus. El médico y el farmacéutico fueron una misma persona durante mucho tiempo, hasta el siglo XIII, cuando comienza a separarse ambos oficios.
En las civilizaciones griega y romana, donde empiezan los estudios de esta ciencia, los remedios estaban relacionados con la mitología y eran los dioses quienes, a través de sus elegidos, curaban a los enfermos. Contamos con personajes como Hipócrates, quien da nombre al Juramento Hipocrático, el principio ético de los médicos y que deben de jurar los recién licenciados en medicina ante la comunidad médica.
La primera farmacopea, o tratado que recoge los productos y sus propiedades medicinales, que se hizo en España fue en 1511 por el Colegio de Boticarios de Barcelona. Posteriormente cada región tendría la suya propia, hasta el siglo XVIII, cuando se establece una única farmacopea del reino.
No será hasta el siglo XVII o XVIII cuando se produzcan los avances científicos y químicos en la rama de la farmacología, con nuevos medicamentos y nuevas fórmulas más elaboradas y estudiadas. Es en este momento cuando la figura del boticario cobra un mayor prestigio y reconocimiento social.
Los visitantes podrán descubrir el ‘tesoro oculto’ de noviembre en el patio del Archivo Histórico Provincial, de lunes a viernes, de 9.00 a 14.00 horas; y lunes y martes, de 16.30 a 18.30 horas. Además, los lunes a las 17.30 horas y los miércoles y viernes, a las 12.30 horas, se realizarán visitas guiadas en las que se explicará al público los detalles de los documentos. Para asistir a estas presentaciones realizadas por el personal del centro es necesario pedir cita previa llamando al teléfono 921 46 10 42.