Con la llegada del verano, son muchos los castellanoleoneses que se desplazan a la piscina o la playa para refrescarse, y que para sobrellevar las altas temperaturas, en especial esta semana, en plena ola de calor. Sin embargo, en estos entornos también se exponen en mayor medida al sol. Por desgracia, la radiación solar es la principal causa de cáncer de piel en nuestro país. Hablando en cifras, se estima que cada año se diagnostican hasta 78.000 afectados más, lo que convierte la enfermedad en un problema de primera índole en nuestro país. Respecto del 2017, el incremento ha sido del 10%.

Desgraciadamente y según los datos del comparador de seguros de salud Acierto.com 2 de cada 5 castellanoleoneses reconoce no protegerse del sol adecuadamente. En concreto, el 70% recurre a filtros de índice inferior al que su fototipo requiere, y el 68% se unta de crema solo cuando empieza a «notar» los estragos del sol. La mayoría, de hecho, prescinde de ella a no ser que acuda a la playa o la piscina. Al respecto las mujeres se encuentran más concienciadas que los hombres.

¿El motivo? El desconocimiento y las razones estéticas. De hecho, uno de los errores más frecuentes tiene que ver con untarse solo al ir a la playa o a la piscina (y no durante el resto del día, cuando se sale a la calle). También suele escogerse mal el protector, creyendo que así el bronceado será más rápido. Esto ocurre especialmente entre los jóvenes de entre 18 y 25 años.

¿Las consecuencias? Un pico de las urgencias por quemaduras solares y otras lesiones dérmicas que, precisamente, se ven agravadas por la falta o incorrecta protección de los pacientes. Las cifras, asimismo, revelan que las consultas al dermatólogo se elevan hasta un 50%. Las picaduras e infecciones cutáneas -producidas por hongos, parásitos y similares- son otras de las grandes protagonistas de las visitas a este profesional.

La prevención, clave

En el caso de las quemaduras solares la protección y prevención es clave. No se trata solo de escoger un protector solar homologado según la normativa europea, sino de aplicarlo instantes antes de exponernos, y de repetir el proceso al menos cada dos horas y al salir del agua (en términos generales). La idea es que nuestra piel vaya absorbiendo la crema. También será básico saber qué fototipo es el nuestro para escoger el factor adecuado. En cuanto a la textura o formato, elegiremos uno que se esparza bien, y que nos resulte lo suficientemente agradable como para embadurnarnos las veces necesarias.

Otros imprescindibles serán cubrir bien cicatrices y lunares, cuidar las zonas sensibles -como los labios, el escote y el cuello-, emplear un after sun o similar, e hidratarse bien. Descartar los perfumes o cremas con perfumes también será vital, pues esta sustancia es capaz de incrementar el riesgo de quemaduras solares. Conviene tener cuidado también con los tatuajes temporales de henna; con los medicamentos fotosensibles -consulta a tu médico y léete el prospecto-; y con la franja de exposición -entre las 12 y las 16 horas es la más peligrosa-.  Y no solo deberemos protegernos para salir a la playa y la piscina, sino sencillamente para salir a la calle. Aquí la ropa también nos ayudará: opta por prendas transpirables, ligeras, de algodón, que eviten la rozaduras y similares.

Dicho lo cual, conviene prestar especial atención a las personas mayores y los niños: se estima que durante la infancia y la adolescencia recibimos hasta el 80% de toda la radiación solar de nuestra vida. Si hablamos de pequeños, las picaduras y caídas son muy frecuentes en verano. Lo peor es que 2 de cada 5 de estos accidentes tienen lugar fuera de la vista de los adultos. Ambos se encuentran en los llamados grupos de riesgo.

Otras patologías veraniegas

Los hongos, las otitis, las conjuntivitis, infecciones urinarias, gastroenteritis, fracturas y deshidratación son otras patologías típicas del verano donde, de nuevo, entra en juego el comportamiento de riesgo del usuario. Olvidar las chanclas, dejarse puesto el bañador mojado muchas horas después del baño, abrir los ojos bajo el agua, olvidarse de cuidar el cuerpo en vacaciones, exponerse a cambios bruscos de temperatura -fácil por los aires acondicionados-, prescindir de los tapones, etcétera, pueden acabar pasando factura. Tampoco es buena idea dejarse enterrar bajo la arena -puede haber parásitos, bacterias varias, etcétera-, ni caminar por la orilla de la playa -las caderas, rodillas y caderas pueden sufrir más de la cuenta por la inclinación-. Los expertos recomiendan llevar un pequeño botiquín para las posibles emergencias menores con gasas, suero fisiológico, analgésicos y similares.

En caso de viajar al extranjero no estaría tampoco de más contar con un seguro de viaje o salud que se haga cargo de cualquier incidencia, especialmente si nos desplazamos a un país extracomunitario u otro que cuente con un sistema sanitario de copago, si tenemos un accidente y necesitamos transporte sanitario para volver a casa, etcétera. En cuanto a la póliza de salud, nos permitirá acceder con mayor celeridad a la consulta del especialista y ahorrarnos los tiempos propios de las derivaciones de la Seguridad Social.