En el marco del 3er Intercambio Educativo Claretiano, dos profesoras del colegio Claret de Segovia, Elisa Casado y Regina Andrés, junto a otros miembros de la Provincia de Santiago, visitaron, durante varios días, los colegios de Kabba, en el Estado de Kogi y Ewowa, en Lagos, ambos de la Delegación de West Nigeria. También, de la Provincia de East Nigeria, se visitaron los colegios de Amurri y Garriki en el Estado de Enugu; los colegios de Owerri y Nekede, del Estado de Imo, así como, el Instituto Claretiano de Filosofía.
En todos ellos se han trasladado experiencias propias: “Hemos incidido sobre todo en el cuidado del alumno y sus necesidades personales y cómo ayudarles a crecer emocionalmente”, comenta Regina Andrés –directora de EPO en el centro segoviano.
Elisa Casado, ahonda en esa importancia de la centralidad de los alumnos y entiende, perfectamente posible, vincular, lo que aquí se hace, con las necesidades del país africano, como motor de cambio, pese al décifit en recursos: “Las diferencias entre el sistema educativo nigeriano y el español no son demasiado significativas, sin embargo, la estructura social, política y económica sí lo son. El objetivo es educar a los futuros ciudadanos y líderes del país en el espíritu crítico, la justicia, la honestidad y la preparación profesional a todos los niveles”.
Su encuentro con más de 150 profesores y educadores africanos, en un workshop organizado en la ciudad de Owerri, les has dejado clara una cosa, a ambas: “Las ganas de transformar, de mejorar, de educar a los niños para que sean ciudadanos competentes y honestos, es increíble. No hay que obviar que los niveles de corrupción son abrumadores y mantienen a la población en un desequilibrio socio-económico brutal”.
Todo ello, en el territorio, cuna de Boko Haram (que se traduce como Educación Occidental Prohibida), el grupo terrorista que más muertes ha causado en esta zona del continente y que llegó a tener el control, bajo la Sharía, de 12 de los Estados del norte nigeriano y que obligó a la creación de una fuerza multinacional compuesta por la propia Nigeria, Níger, Chad, Benín, Camerún, para combatirlo.
Regina reconoce la dificultad de las condiciones de seguridad, y no solo por este grupo, ya que son varios los asentados aquí: “Es complicado para europeos moverse con autonomía, sobre todo en grandes ciudades, como Lagos u Owerri, o en entornos rurales. Hemos podido ver cómo los recintos educativos siempre están fuertemente protegidos por agentes de seguridad, o cómo, estos agentes de seguridad armados, en alguna ocasión, nos han acompañado cuando hemos tenido que trasladarnos por carretera. Hemos tenido la oportunidad de recorrer muchos kilómetros por lo que hemos podido conocer muchas pequeñas poblaciones que se agolpan alrededor de las carreteras en las que hay bastante inseguridad. Pero, hemos de decir, que no hemos vivido ningún momento en el que nos hayamos sentido inseguras. Los claretianos que nos han acompañado han cuidado de todos nosotros en todo momento y hemos disfrutado mucho de la vida en Nigeria”.
Elisa Casado –directora de ESO- recuerda que hay una reflexión africana que dice “Los europeos tienen relojes pero los africanos poseen el tiempo”. Y lo explica así: “Por eso no pierden la esperanza en seguir mejorando y transformando sus vidas. Tienen el tiempo, no nuestras prisas, ni nuestras urgencias, ni nuestras preocupaciones, y, además, tienen, también, la voluntad de querer, de hacer, de probar, de poner en práctica aquello que aprenden. En un mundo en el que la ciudadanía global está tan de moda, apenas conocemos una mínima parte del mismo. Si el objetivo educativo de cualquier país, en cualquier parte del mundo, fuera educar a los niños para que se conviertan en ciudadanos que transformen y mejoren el planeta que habitamos, entonces, realmente, podríamos hablar de Ciudadanía Global”.