La Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU), antes conocida como Selectividad, comienza en unos minutos su segunda jornada para cerca de 862 alumnos de Bachillerato de Segovia, en el instituto Andrés Laguna y María Zambrano. A los nervios habituales por una prueba que marca parte del futuro de estos jóvenes, porque de la nota de la EBAU dependerá la elección de la carrera universitaria que desean cursar, se han sumado este año todas las medidas adoptadas para velar por la protección de la salud frente al COVID-19, con numerosas acciones preventivas para evitar el contagio y la propagación del coronavirus entre las personas implicadas en una prueba. De ahí que ya se le conozca como la EBAU de la mascarilla.
Todos los ojos estaban puestos hoy en las facultades de las cuatro universidades públicas en las capitales de provincia y algunos institutos de los municipios más pequeños. No en vano, hasta la fecha, es el evento que ha movilizado a más gente en la Comunidad desde que se declaró el estado de alarma por la pandemia a mediados de marzo. Hablamos de que la EBAU de este año cuenta con un total de 11.768 matriculados, lo que supone un 26 por ciento más que el curso pasado.
Se trata de una convocatoria absolutamente inusual, marcada por las circunstancias que ha vivido España durante los últimos cuatro meses por la crisis del coronavirus pero tanto las universidades como la Consejería de Educación llevaban semanas trabajando en una cita tan importante. Hoy era el día para aplicar el ‘Protocolo de adaptación de la EBAU a la nueva situación originada por la pandemia COVID-19’, con una serie de recomendaciones y medidas de prevención, protección e higiene frente al coronavirus, que elaboró la Comisión Organizadora de la Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (COEBAU) teniendo en cuenta las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
Un documento que, por ejemplo, contemplaba que los alumnos tenían que estar en las sedes asignadas entre las 7.30 y las 8 horas, pese a que el primer examen de Lengua Castellana y Literatura no comenzaba hasta las 9 de la mañana. El objetivo era que el acceso de los alumnos a los edificios fuera escalonado para evitar las habituales aglomeraciones en la Selectividad y cumplir todas las medidas de seguridad e higiene antes de que el estudiante se sentara en su pupitre en el aula. Algo que para la mayor parte de ellos era algo nuevo después de que sus centros y la enseñanza presencial se suspendiera en marzo pasado.
El coordinador de las pruebas de acceso en la Universidad de Valladolid (UVa), Ricardo Josa, destacó a la Agencia Ical la colaboración y la “responsabilidad” de los alumnos y los representantes de los centros al asegurar que las novedades se han cumplido “bastante bien”, hasta el punto de que el distrito de la Uva no había registrado ningún incidente de importancia ni “contratiempo”, más allá de algún estudiante más nervioso o aprensivo de lo normal ante los exámenes de Selectividad.
En todo caso, la Uva ha trasladado un equipo de psicólogos, a razón de uno o dos profesionales por sede, para calmar los ánimos entre los alumnos más nerviosos por la nueva situación de seguridad por la pandemia e incluso de algún profesor.
«Perfecta disciplina»
Josa explicó que esta mañana pudo comprobar la “perfecta disciplina” de los alumnos, formando una fila de a uno, separados, esperando su turno de entrada. A diferencia de otros años, la Universidad habilitó varios accesos al edificio para evitar aglomeraciones. “Los alumnos estaban citados entre las 7.30 y las 8 horas, donde estaban por grupos en los alrededores de los edificios para estar separados y distanciados; entre las 8 y las 8.30 horas se ha producido el acceso escalonado por varias puertas para lograr la mayor dispersión de los jóvenes ataviados con sus mascarillas; a las 8.45 horas, se les han leído las instrucciones del examen y a las 9 horas, se comenzaba la prueba de Lengua y Literatura”, detalló.
Tras ver el desarrollo de la primera mañana de la EBAU, el coordinador de las pruebas de acceso de la Universidad de Valladolid agradeció a los centros y sus representantes la buena labor de “pedagogía” que habían hecho con sus alumnos para que hubiera un cumplimiento de las normas marcadas.
Y eso que eran muchas las medidas que debían cumplir los participantes en la prueba, más allá de la separación de dos metros, como la desinfección de las manos con los dispensadores de gel hidroalcohólico y de aseo colocados a la entrada de las aulas e introducir sus pertenencias en una bolsa de plástico transparente. Otra de las novedades de este año es que solo se ha permitido el acceso a los edificios a los estudiantes que realicen la EBAU y personal implicado en el desarrollo de las pruebas. Así, que no se vieron las imágenes de familiares y amigos, acompañando hasta el último momento a los bachilleres. En este sentido, cada instituto de Secundaria tuvo que acreditar, previamente, una persona como vocal de centro en las pruebas de la EBAU, quien fue el encargado de acompañar al alumnado de su centro y responsable de los jóvenes en las entradas y salidas de la sede así como en los descansos entre pruebas.
Como criterio general, cada estudiante ocupará durante los días de duración de la prueba la misma mesa y espacio de examen. Una medida que se debe cumplir en los cuatro primeros exámenes (Lengua y Literatura, Historia, Lengua extranjera y la materia troncal general de cada modalidad), que son las asignaturas obligatorias a las que deben someterse todos los alumnos para superar la EBAU.
El uso de la mascarilla es obligatoria durante el desarrollo de las pruebas, salvo que sea posible respetar la distancia interpersonal de dos metros con respecto a otras personas que estén en el aula. Además, una vez terminado el ejercicio, el estudiante dejará su ejercicio a la vista, encima de la mesa, y no deberán depositarse en la mesa del profesor. A continuación, el alumno podrá abandonar el aula de forma ordenada, respetando las normas de distanciamiento de dos metros, hasta el exterior del edificio.
Por otro lado, las aulas y su mobiliario será limpiado y desinfectado después de cada prueba. Asimismo, se ventilarán de manera periódica las instalaciones y las aulas después de cada examen durante un tiempo mínimo de cinco minutos. Los baños, en función de su uso, serán limpiados y desinfectados, como mínimo, tres veces al día.
Es decir, todo listo para que el alumno pueda centrarse, en la medida de lo posible, en los exámenes de las asignaturas que, hasta ahora con el examen de Lengua y Literatura, era de su “agrado”. Y es que otra de las novedades, puramente académica, es que se ha adaptado la estructura y el contenido de la prueba para dar mayores opciones al alumno. O dicho de otra manera, el alumno tendrá más posibilidades de responder correctamente a las preguntas y, por lo tanto, de aprobar y conseguir una mejor nota.