En realidad este puchero se llama potaje de vigilia, pero si lo califico de vegetariano genero más visitas. Hay que pensar en el márketing y en Google Search, ¿no os parece?
Tiempo: 20 minutos como mucho. Materiales e ingredientes: menos imposible y todos muy básicos. Aporte calórico: bajísimo, bajísimo, esto se lo comería hasta Gisele Bunchen, no engorda nada. Satisfacción de los comensales: altísima, todo el mundo queda encantado. Dificultad: Nula. Esta receta consiste básicamente en abrir botes.
Antes de empezar a cocinar, hay dos temas importantes de esta receta que me gustaría comentar:
1. Tema pimentón.
2. Tema harina.
1. El pimentón es uno de esos ingredientes que a los jóvenes urbanitas nos cuesta comprar en el supermercado. Somos así de raros y somos capaces de comprar un molinillo de pimienta o un wok que no vamos a utilizar en la vida y que además ocupa mucho espacio pero no compramos una hoja de laurel o un bote de pimentón Carmencita ni ‘arrancaos’. La pregunta que se plantea es: ¿Por qué? Le he estado dando vueltas a este tema y he llegado a la conclusión de que es porque identificamos pimentón con la cocina de la madre y de la abuela, esa que requiere mucho esfuerzo y que por tanto nosotros no vamos a hacer. Estoy en contra de esta visión porque el pimentón es la especia clave de la cocina española. La inversión que tenemos que hacer es mínima y la versatilidad del pimentón es asombrosa. Os animo a todos a romper este prejuicio y comprar ahora mismo un bote de pimentón. Os va a cambiar la vida y si no, al tiempo.
2. Tema harina. Este tema es mucho más sencillo. Harina no puede faltarnos porque que no. Hay que tener siempre siempre siempre al menos un paquete de harina en la despensa. Que no vayas a hacer un bizcocho y descubras que no tienes harina. Que no vayas a hacer un rebozado y descubras que no tienes harina. Que no vayas a hacer una salsita blanca para apañar el cardo y no tengas harina. Por eso, hay que tener siempre un paquete de harina de kilo en la despensa.
También me gustaría destacar que este plato hay que hacerlo para 4 personas mínimo, porque los ingredientes vienen así, pero si es para dos, se puede congelar perfectamente en un tupperware lo que nos sobre y sacarlo del congelador un día que no te apetezca cocinar. La legumbre congela muy bien así que como lo mismo cuesta hacer puchero para dos que para cuatro (el esfuerzo y el tiempo dedicado son los mismos), es mejor hacer bastante, dividirlo en tuppers y meterlos al congelador
Dicho lo cual, vayamos al tajo.
– Ingredientes para 4 raciones hermosas:
– 1/2 paquete de espinacas congeladas
– 1 bote de garbanzos cocidos. Esta versión de potaje está hecha con garbanzos de bote ya cocidos, porque es más fácil. Mi experiencia con los garbanzos secos no ha sido muy buena porque al no disponer de una buena olla express siempre me quedan duros. Da igual que los tenga en remojo 10 que 20 horas o que los tenga en al fuego 5 ó 6 horas. Siempre me salen duros en el centro así que he desistido y los compro en bote hasta que me haga con una olla express. Si queréis cocerlos vosotros hay que ponerlos a remojo la noche anterior y cocerlos en el agua con un par de dientes ajo y sal antes de añadir las espinacas.
– Un par de dientes de ajo
– Aceite de oliva
– 1/2 cebolla
– 3 puntas de harina
– Una punta de pimentón
Elaboración.
En una cazuela grande ponemos abundante agua con un poco de sal y los dos dientes de ajo (se le puede poner también un pimiento choricero seco, pero es opcional). Cuando empiece a hervir, ponemos en el centro de la cazuela el cuadrado de espinacas congeladas y tapamos (si tenemos tapa, si vivimos en precario, no ponemos tapa).
Abrimos el bote de garbanzos y escurrimos el líquido. Es recomendable además lavarlos un poco en el colador con el chorro del agua fría.
Cuando la espinaca ya flota libre y descongelada por la cazuela con agua (más o menos entre 5 y 10 minutos después), añadimos los garbanzos cocidos. Este es un buen momento para calcular si te has pasado con el agua o te has quedado corto, en función de lo cual, quitaremos o añadiremos más o menos.
En una sartén pequeña, de las de freír huevos, ponemos aceite de oliva para freír la cebolla.
Mientras el aceite va cogiendo temperatura, cortamos la cebolla en tiras.
Añadimos la cebolla en la sartén y le bajamos la temperatura al 5 (en una escala del 1 al 9).
Cuando la cebolla está frita la colocamos en un platito aparte. Bajamos el fuego del aceite hasta el 2 y con el mango de una cuchara de madera cogemos del paquete de harina 3 puntas que echamos en el aceite. Hacemos lo mismo con el pimentón y le damos vueltas durante unos 30 segundos.
Hay que tener cuidado porque el pimentón se quema rápidamente, aunque si se quema no pasa nada, sólo que pierde el tono rojizo. Añadimos este apaño caliente al la cazuela de garbanzos y espinacas y mezclamos todo bien. Servimos en en el plato con un cazo y que cada uno se sirva la cebolla a su gusto. Si vais a congelar una parte, no añadáis la cebolla, la cebolla descongelada no queda muy bien.
¡BUENISIMO!