El University Museum and Art Gallery (UMAG) de la Universidad de Hong Kong acoge hasta el próximo 30 de abril la exposición del pintor segoviano Alberto Reguera: «Homenaje a Aert van der Neer». Reúne una selección de quince lienzos creados por el segoviano para la muestra homónima. Pudo verse en Madrid en la primavera de 2021 en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Fue comisariada por el director artístico del centro, Guillermo Solana.
Origen del Proyecto
El proyecto nació tomando como punto de partida una obra de la colección Thyssen-Bornemisza: «Claro de luna con un camino bordeando un canal», del pintor holandés Aert van der Neer. Una pieza que además ha sido cedida para la ocasión a la UMAG, y que compartirá protagonismo en Hong Kong con los lienzos del segoviano. “Ese cuadro constituye el eje de inspiración de este proyecto. Van der Neer fue uno de los autores más relevantes de la pintura del paisaje del siglo de oro holandés y le admiro profundamente”. Destaca Reguera.
Una de las características distintivas de la pintura de paisaje holandesa del siglo XVII es el protagonismo del cielo y las nubes, con sus infinitas variaciones. Esta es también una obsesión constante en la obra de Reguera. En sus paisajes abstractos, los pigmentos flotantes aportan levedad a la materia pictórica. Además, sugieren sutiles estados atmosféricos y efectos luminosos.
El proyecto de Reguera
Aert van der Neer fue el gran especialista de su tiempo en escenas nocturnas, habitualmente a la luz de la luna. La noche iluminada y el crepúsculo han inspirado a Reguera a lo largo de toda su carrera. En este trabajo, el pintor segoviano explora los efectos de la luz que se filtra desde las capas subyacentes de la pintura y aflora hasta la superficie del lienzo. Produciendo así un efecto de deslumbramiento.
Reguera fijó las dimensiones de los cuadros de la muestra a partir de las proporciones de la tabla de Aert van der Neer, aumentando el grosor de los bastidores para recordar la presencia del marco que contiene el cuadro del holandés. Todo ello como respuesta del creador segoviano a su énfasis en la pintura como objeto tridimensional, dotado de volumen, que el espectador puede observar desde distintos puntos de vista.
Según explica él mismo: “Esta obra de Aert van der Neer encierra una magia que te invita a viajar a través del espacio y del tiempo”. Así, reconoce que el lienzo que dio pie a este proyecto le estimula: “Desde varios puntos de vista. Primeramente, desde el punto de vista formal, de su propio soporte”.
En segundo lugar, afirma que: “Estas pinturas están basadas en el contenido y la esencia de esa obra. Teniendo como principal eje inspirador el hecho de que esta tabla fue pintada en un momento en el que se produce un cambio en la composición de la pintura de paisaje en Holanda. Pues a partir de la década de 1630, las composiciones celestes adquieren gran relevancia, bajando su línea del horizonte hacia la parte inferior del cuadro”.
«Materializar la noche»
“He querido materializar, a través de la materia y el color, el carácter nocturno que trasmite esta obra del barroco holandés. Intentando otorgar luminosidad a estos escenarios nocturnos. Gracias a la utilización del pigmento: azules de Prusia, azules Yale, los azules de Ftalocianina… Algunas de las obras que presento rememoran estos claros de luna, llevándoles hasta el máximo punto de la abstracción. La obra: «Horizontes luminosos» es un ejemplo de ello”. Añade.
También explora en esta exposición la vertiente asiática que entra en conexión con la idea de la nube: “Admiro esa idea de los chinos de establecer un equilibrio entre los elementos naturales. Donde la nube es el intermediario de la resonancia poética de su pintura, de la serenidad que trasmiten. Son sabios en transformar la relación sujeto-objeto: Cuando el cuadro se convierte en el paisaje del alma del sujeto que le observa. Eso podría aplicarse perfectamente al cuadro de Aert van der Neer, pues nos invita a entrar en él. Gracias al dinamismo de sus nubes, crea un paisaje vivo”.
Así, en esta colección, a veces encontramos obras en las que da la impresión de que se está acercando a un fragmento de los cielos de la obra del pintor holandés. Es el caso de obras como: «Difracciones lunares», donde intenta plasmar el efecto óptico debido a las propiedades ondulatorias de la luz, a través de pigmentos que crean efectos iridiscentes, utilizando en el lienzo los pigmentos adecuados que materialicen esta idea.
“En esta exposición hay ejemplos de cómo me gusta pintar los sonidos expandiendo el color. Ese carácter expansivo de mi trabajo me ha llevado no solamente a estirar el paisaje por sus lados, sino también a proyectar la materia de la obra fuera del cuadro”, argumenta.