¿Quién necesita viajar a Francia cuando la historia más imponente nos espera a tan solo unos kilómetros? A menudo, el encanto de lo lejano nos impide ver la belleza que tenemos en casa. Por eso, la nueva campaña de Turismo Provincia de Segovia y la Diputación Provincial, titulada ‘La Provincia de Segovia, un mundo entero por descubrir’, nos invita a redescubrir nuestra tierra con una mirada fresca y sorprendente.
Bajo lemas tan evocadores como «No es la Toscana, es Sotosalbos», «No son los Alpes, es La Pinilla», o «No son los acantilados de Irlanda, es la Risca de Valdeprados», la provincia se presenta como un destino lleno de asombrosos paralelismos con las grandes maravillas del mundo. Y hoy, nos sumergimos en el corazón de uno de estos tesoros: la villa de Cuéllar.
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El esplendor medieval de Cuéllar: un viaje en el tiempo sin salir de Segovia
La comparación «No es Carcasona, es Cuéllar» no es casualidad. Su silueta, dominada por una villa fortificada con un imponente castillo que se alza sobre el horizonte, transporta la mente a los grandes baluartes medievales europeos. Pero esta villa es mucho más que su perfil majestuoso.
El Castillo de los Duques de Alburquerque, conocido cariñosamente como el «Castillo de los Cuentos», es una joya arquitectónica viva. Sus muros no solo han sido testigos de siglos de historia, de batallas y de la vida de la corte, sino que han guardado secretos de intrigas palaciegas que cambiaron el rumbo de Castilla.
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Imagina esto: entre estas mismas piedras, se gestó uno de los dramas más sonados de la época. Beltrán de la Cueva, el influyente favorito del rey Enrique IV y I Duque de Alburquerque, fue el protagonista de una turbulenta historia. La nobleza, celosa de su poder, difundió el rumor de que la princesa Juana, la supuesta heredera al trono, no era hija del rey sino de Beltrán, dándole el apodo de «la Beltraneja». Esta grave disputa por la sucesión al trono llevó al rey a una difícil decisión: despojar temporalmente a Beltrán de su ducado y «desterrarlo» a su propio castillo de Cuéllar. Así, su lujosa residencia se convirtió, paradójicamente, en un refugio y un exilio a la vez, mientras la historia se escribía en sus salones.
Pero Cuéllar es un tesoro que se despliega más allá de su fortaleza. Sus calles empedradas, sus casas de entramado de madera y sus iglesias mudéjares, como la de San Martín o San Esteban, con sus impresionantes artesonados, completan un conjunto histórico que fascina a cualquiera que se atreva a perderse en él. La atmósfera del lugar, sus plazas llenas de vida y la calidez de su gente le otorgan un carácter único, propio y auténticamente segoviano.
No hace falta ir lejos para encontrar la maravilla
Con la campaña ‘La Provincia de Segovia, un mundo entero por descubrir’, se pone en valor que para encontrar un patrimonio cultural y natural inigualable, no hace falta ir lejos. El encanto de Carcasona está en Cuéllar; la paz idílica de la Toscana la encontramos en Sotosalbos; y la serenidad de Japón, en el Hayedo de la Pedrosa. La provincia de Segovia, con sus rincones mágicos, nos espera para ser redescubierta.