En Castilla y León más de 300.000 personas están haciendo frente al confinamiento como consecuencia del estado de alarma declarado por la incidencia del coronavirus Covid-19 solas en sus hogares. Así lo dicen los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) hechos públicos hoy y que cifran en 301.900 los hogares de la Comunidad en los que reside una única persona.
Estos datos hechos públicos por el INE y recogidos por la Agencia Ical cifran en un 29,6 por ciento el número de hogares unipersonales respecto al total de la Comunidad, que es de algo más de un millón. El modelo mayoritario de hogar en Castilla y León lo integran aquellos que están compuestos por dos miembros (32,4 por ciento), mientras que los que están formados por tres personas suponen el 19,7 por ciento del total. El resto son menos habituales, y un 14,8 por ciento están formados por cuatro personas y un 3,5 por ciento por cinco personas o más.
El número de hogares creció en España en un 0,5 por ciento, un aumento que en Castilla y León fue del 0,3 por ciento. El tamaño medio de los hogares españoles es de 2,5 de media nacional, aunque en algunas regiones como Ceuta o Melilla supera las tres personas, mientras que en Castilla y León la media es de 2,31 personas.
Según recoge la Encuesta Continua de Hogares, que hace referencia a los datos a 1 de enero de 2019, la Comunidad cuenta con 4.200 hogares unipersonales más que hace un año, lo que supone un incremento del 1,4 por ciento. El 52,4 por ciento de ellos (158.300) estaban integrados por una persona de menos de 65 años, mientras que el 47,6 por ciento (143.600) eran mayores de 65 años. Aquí se aprecia un cambio de tendencia en el último año, ya que en 2018 el número de hogares unipersonales con mayores de 65 años era mayoritario, en el 51,9 por ciento de los casos (154.500) frente al 48,1 por ciento (143.200) de los menores de esa edad.
Por provincias, el número de hogares unipersonales creció de forma generalizada en todas las provincias de la Comunidad y de una forma bastante homogénea. En Ávila y en Palencia lo hizo en un 1,5 por ciento (19.500 y 19.900 hogares unipersonales respectivamente); un 1,8 por ciento en Valladolid (61.000); un 1,3 por ciento en León y Zamora (60.000 y 23.200 respectivamente); un 1,2 por ciento en Salamanca (41.600); un 1,1 por ciento en Segovia (17.400); un 0,8 por ciento en Soria (11.500) y un 0,6 por ciento en Burgos (45.700).
Las nuevas tecnologías se han convertido en un aliado en estos momentos para acercar a las familias que no pueden estar juntas físicamente pero que de esta forma pueden romper en cierto modo la distancia, sobre todo cuando se trata de personas mayores, y si no siempre queda el teléfono.
A sus 91 años, Carmen vive sola en su casa del barrio del Cuatro de Marzo de Valladolid, donde se vale por sí misma a la perfección. La tele es su mejor compañía, sobre todo en estos momentos, aunque reconoce que todos los días recibe las llamadas de sus tres hijos para ver cómo se encuentra y si necesita algo. “Vienen a veces a traerme algo, entran en casa y ni me entero hasta que veo la compra en la cocina”, asegura. En un primer momento reconoce que llevó “muy mal” esta situación porque “tenía costumbre de salir un rato todos los días”, algo que ahora no puede hacer. “Ahora no podemos salir, además meten un poco de miedo, así que es mejor quedarse en casa”, asegura.
Manu tiene 35 años y vive en Valladolid. Gestiona un gimnasio, un restaurante y una clínica de fisioterapia, así que reconoce que le faltan hora a lo largo del día. El coronavirus le ha obligado a “reorientar” su negocio, de manera que da sus clases de forma online y no presencial como hasta ahora, y en el restaurante antes hacía una gestión “más potente” sobre el personal que trabaja para él. “Hemos tenido que reinventarnos y ver hacia dónde nos va a llevar esta crisis e intentar adelantarnos”.
Desde que se levanta hace mucho trabajo de oficina e intentar mantenerse “al día” para poder “adivinar” qué va a pasar de aquí a unos meses, aunque no oculta que después de comer llega un momento de relax en el que, en lugar de las noticias, apuesta por series o una película “en inglés” para intentar “aprovechar el tiempo que no tenía antes”. Pero a pesar de esta rutina intensa, reconoce que en ocasiones pierde “la noción del tiempo” y lo que más echa de menos es “ver a la gente que quiero” y tener “la libertad para salir si yo quiero”, sentencia.
Por último, Marisa vive en León. Viuda desde hace menos de un año, dice sentirse “fuerte” y muy arropada por su familia y también por sus muchos amigos y “la gran familia militar” a la que pertenece. “Aunque estoy sola, no me siento sola en absoluto”, asegura. De hecho, le encanta estar acompañada por la radio, que tiene puesta gran parte del día porque “oigo ruido y me siento bien”. En su caso, las nuevas tecnologías también juegan un papel importante y eso le permite hablar a diario con sus amigas de la carrera. “Nos llamamos todas las tardes de cuatro en cuatroy hablamos un buen rato”, concluye.