A veces la oportunidad está disfrazada, escondida o, simplemente, no podemos verla porque no tenemos la mente, el corazón y los ojos abiertos.  Así lo explicaba Mario Alonso Puig en Segovia, lo hacía este martes ante la atenta mirada de cuatrocientas personas. La Fundación Caja Rural ha vuelto a llenar el aforo de la clausura de su Congreso EM+FI acercando los conocimientos del conocido cirujano a la población segoviana. Con entrada libre hasta completar aforo, en una jornada abierta para la sociedad, las filas para acceder al edificio comenzaban horas antes de la cita. Todos ellos, seguidores, lectores o admiradores de este reconocido investigador que, dejó la medicina en su nivel más alto tras ejercer 26 años, para investigar cómo desplegar el potencial humano, especialmente en momentos de desafío, incertidumbre y cambio.

Una ponencia cargada de valores, con directrices claras para enseñar a contener el estrés a los asistentes y con la humildad de quien, conocedor de la ciencia, aplica la misma para que el público entienda algunos procesos tan sencillos, pero a la vez, tan complejos, como la necesidad de salir del área de confort, la importancia de encontrarnos con el silencio o los procesos físicos que supone el estar permanentemente sometidos a altos niveles de presión. En medio de la incertidumbre, Alonso Puig siempre brilla con su actitud, y con su contagiosa y necesaria manera de entender las relaciones humanas. «A nuestros políticos sólo les pediría que busquen puntos de encuentro y no puntos de desencuentro. Los hay y muchos». Lo mismo ocurre en las empresas, en las relaciones personales e incluso en la misma familia. «Tenemos que ser humildes, sencillos, agradecidos…», decía ante un público entregado y expectante. Con guiños claros a la ciudad, a sus vivencias  personales en la misma e incluso al hostelero José María, donde degustó un cochinillo, alabando sus ganas, su pasión, su alegría. «Tenemos que vivir alegres», insistía.

El cirujano, que aseguró que vivimos en momentos de mucha incertidumbre, explicó que siempre hemos de ver el lado positivo de las cosas e intentar no caer en el desánimo, unas pautas que se ensayan y que pueden ir modificándose, incluso, tomando consciencia de pequeños detalles, como mantener una postura erguida y segura; la necesidad de descansar entre siete y ocho horas diarias, las bondades de la dieta mediterránea o, por ejemplo, el agradecer a las personas cercanas, y mostrar humildad en nuestros gestos cotidianos.