El actor segoviano Luis Callejo vuelve a Segovia -por segunda vez al Teatro Juan Bravo y con una espinita que quitarse- con la obra ‘El Vampiro de la calle Claudio Coello’, una producción de su compañía Teatro del Barro. La obra, una adaptación de la original de Juan Ignacio Luca de Tena y Luis Escobar, cuenta también con la interpretación de Albert Roca, Maya Reyes, Carmen Morey, Pilar Gómez, Imán Padellano, Oskar Redondo, Olalla Rodríguez y Juan Rueda, además de la dirección de Nacho Marraco. El público del Teatro Juan Bravo de la Diputación conocerá qué ocurre en el barrio de Salamanca hoy viernes a partir de las 20:30 horas.
¿Cuánto tiempo hace que no actúa en Segovia?
Desde que hice ‘Cuento de Navidad’ en San Nicolás… ¿tres o cuatro años? En Segovia he estado con montajes distintos en San Nicolás con Teatro del Barro. Estuvimos con un montaje de Miguel Hernández, luego con el del Lute y luego con ‘Cuento de Navidad’.
En el Teatro Juan Bravo estuve con ‘Animalario’ hace más… Me hizo muchísima ilusión porque yo no había actuado allí nunca. Iba a haber actuado hace dos años con una obra que se llamaba ‘La Mirilla’, con una compañía que se fundó sólo para este montaje. Yo hacía de maestro de ceremonias y por suerte tenía un sustituto, que era Nacho Marraco, porque yo estaba en Budapest rodando la serie de ‘Alatriste’, las exigencias del rodaje se complicaron y no pude llegar a tiempo. Me supo muy mal, fue una faena. Así que le tengo muchas ganas al Juan Bravo.
En los últimos años ha estado muy presente en televisión y cine, ¿Teatro del Barro es una forma de alejarse de ese mundo tan marcado por audiencias y publicidad y de hacer lo que realmente le gusta?
Ha dado en el clavo. Para mí es como tener una banda de rock and roll. Si yo supiera tocar algún instrumento y cantar un poco mejor, tendría una banda. La compañía también tiene su rock and roll y son ya seis años juntos. Queremos que nos funcione económicamente, pero hoy en día no nos da para comer a ninguno de los miembros de la compañía.
Igual que hay quien tiene una banda o se va el fin de semana a hacer surf, nosotros casi por amor al arte trabajamos en esta compañía. Es una oportunidad de hacer lo que nos da la gana, independientemente del resultado que tenga comercialmente. En mi caso estoy tranquilo, porque me mantengo con otras cosas. Teatro del Barro es un lugar donde invierto tiempo, dinero, ilusión y amistades. Es algo también relativamente habitual en mi profesión; económicamente no te renta pero te compensa por otros lados.
Miguel Hernández, El Lute y el ‘Cuento de Navidad’ de Dickens… Ahora ‘El vampiro de la calle Claudio Coello’, ¿Qué es lo que les mueve a la hora de llevar textos tan diferentes a las tablas?
También tenemos ‘Chaplin XXL’ y otro par de montajes más… Lo que nos mueve es más bien al revés; es en función de quien nos quiera. En concreto, con ‘Chaplin XXL’ y ‘El Vampiro de la calle Claudio Coello’, al tratarse de algo más cercano a la comedia es más fácil que nos contraten, más allá de la calidad artística que tenga. Si son obras clásicas o basadas en personajes reales, al público les suena algo y a los programadores también. Nosotros hemos alternado obras originales con otras conocidas como ‘Cuento de Navidad’ o ésta, ‘El vampiro de la calle Claudio Coello’.
‘El Vampiro de la calle Claudio Coello’ hace una burla a la represión de la época, ¿a qué situación podría corresponder en la actualidad esta historia?
El Vampiro habla de la figura de un vampiro que está empezando a morder en el barrio de Salamanca, pero en realidad no es más que una metáfora para hablar de represión sexual. En el momento en el que las mujeres se enteran de que hay un vampiro en el barrio, quieren ser atacadas por él; justo al contrario de lo que se podría imaginar. Luego ya se verá quién es realmente el vampiro.
¿Y trasladarlo a día de hoy? No sabría decirle… Estaba pensando, de pronto, en la película de Paco León en la que también he trabajado, ‘Kiki, el amor se hace’. Tiene algo que ver con el fetichismo sexual, aunque ‘El Vampiro de la calle Claudio Coello’ no deja de ser una obra de los 50. Es un juguete teatral, tiene un humor muy blanco, pero sí, quizás ‘Kiki’, desde otra distancia, es una forma de hablar de libertad, de sexo; de que cada uno haga lo que quiera sin que moleste a nadie.
¿Hay mucha diferencia entre la adaptación de Nacho y el original?
Sí; había más personajes o, por ejemplo, en la original la noticia de que el vampiro había atacado se daba a conocer en los periódicos. En la nuestra es a través de la radio, que está muy presente en la casa, como lo estaría la televisión en un momento dado. Nacho ha adaptado algunos chistes, algunas cosas.
Esta obra surgió un poco por casualidad; Nacho estaba en una galería de arte donde se presentaba una exposición de una amiga nuestra. Era en un palacete que fue propiedad de Luis Escobar y su nieta le pasó la obra para que se la leyera a ver qué opinaba. Pasados los meses, la tenía ahí guardada, la leyó y pensó que sí que se podía hacer algo chulo. Fue todo un descubrimiento para Nacho; trabajos y casualidades que llevan a otros trabajos.
Hace un año ya que creasteis una campaña de crowdfunding para poder llevar a cabo esta obra, ¿de quién surgió la idea? ¿Este tipo de iniciativas no son más utilizadas por los músicos?
Bueno, se utiliza para todo tipo de proyectos; a veces sociales, culturales o incluso de ayuda a cualquier causa; ¿por qué no una obra de teatro? Decidimos proponer el crowdfunding porque si no iba a ser un poco gravoso; éramos muchos actores, hacía falta una escenografía, un vestuario… Y ya no me acuerdo de a quién se le ocurrió, el caso es que lo conseguimos. Tampoco pedíamos gran cosa.
Sorprende que una gran cantidad de dinero de ese crowdfunding fuese destinado a comunicación. ¿Qué hace falta en España para comunicar mejor el teatro?
Ya no sabe uno qué hacer; desde panfletos, carteles… Yo creo que sobre todo hace falta educación. Que desde críos se nos enseñe a amar la música, el teatro, el cine… Esa es la gran campaña de comunicación que debemos hacer; una que consiga que los chavales vayan desde pequeños a ver cosas. Tiene pinta, por lo que yo veo en cine o tele, que hace falta mucha ‘pasta’. Aunque el gran medio de comunicación es el ‘boca a oreja’; si algo está bien, lo normal es que la gente lo comente por ahí y te quieran ir a ver… Pero a veces, lamentablemente, no basta
Foto y entrevista/ Comunicación Teatro Juan Bravo