Ángel Gómez (Vegafría, 1948), maestro rural en la provincia de Segovia durante cuatro décadas, presenta este viernes 19 de abril a las 19.30 horas en la biblioteca municipal de Cuéllar su primera novela: Los Humores de la Tierra, publicada por la editorial Isla del Naúfrago.
La obra transcurre en el tiempo de los años 50-60 del pasado siglo y en ella el autor sumerge a los lectores en un mundo campesino, rural —la hoy llamada España vaciada—, que camina hacia el desierto.
A través del crecimiento de Gabriel, un niño que vive en Toarbás, aldea rural y mínima en la que pueden verse reflejados cualquiera de los muchos pueblos segovianos o castellanos, vamos comprendiendo el tormento de una vida, la del campesinado, sometida a la servidumbre.
Gabriel descubre desde bien pronto que su vida discurre entre dificultades: pobreza, desprecio social, tensión familiar —su padre atormentado, atormenta a su madre— y un día decide poner coto a ese martirio. Emprende. Se enfrenta a su padre. Madura. Descubre el amor temprano al tiempo que la opresión del tirano —el nuevo cabo de la guardia civil— a quien también se enfrenta.
A través de Los humores de la tierra los lectores conocen la naturaleza campesina de la tierra segoviana y castellana, la dureza de los trabajos y el carácter y personalidad de sus pueblos y de los hombres y mujeres que forman su comunidad.
La novela, escrita con una prosa sin artificios lingüísticos, a veces lírica, al modo de Castilla, se afana en recuperar vocablos que antaño formaron parte de la cultura rural y que hoy se pierden, al mismo ritmo que la tierra campesina pierde a sus gentes. Es una delicia su lectura.
En Los humores de la tierra, Gómez retrata el alma campesina durante uno de los momentos más desgarrados de la historia de Castilla. Sus páginas muestran al lector la aldea, el campo, la soledad, el silencio de la posguerra, malos tratos ocultos, una madrugada de horror, el amor y la muerte, varios crímenes, la migración o los abusos de poder.
La novela relata una sociedad en la que la Justicia no importa; sólo el castigo —aunque sea a un inocente— es válido para imponer la venganza como instrumento de ejemplaridad y aprendizaje para mantener el orden.
Estos temas, y algunos más, sitúan al lector en el nacimiento de la emigración campesina, en el inicio del vaciado de los pueblos. De este modo, a través de sus páginas, la novela ahonda en las causas de la agonía acelerada del mundo rural que a todos daña; una oportunidad para reflexionar sobre este problema en busca de una solución que evite el siguiente escalón: convertir la España vaciada en la España desértica.
Sobre el autor
Ángel Gómez González pasó su infancia y primera juventud en Vegrafía, un pueblo de la provincia de Segovia que actualmente cuenta con 17 habitantes censados. Su destino inicial fue Viladecans, Barcelona, donde ejerció su primera docencia en la escuela de adultos enseñando las primeras letras a personas mayores (emigrantes la mayoría) que en los setenta aún no habían llegado a su conocimiento.
En 1974 se trasladó a Cuéllar, donde ejerció su magisterio; volvió a la ruralidad que lleva en su alma, que marcó su infancia y llenó su vida. Se encontró de nuevo con sus raíces en medio de la intimidad castellana, de la parquedad de sus gentes y de la espiritualidad de su tierra.
En el 2004 creó con sus alumnos del Instituto de Educación Secundaria Marqués de Lozoya el grupo de teatro aficionado Los Mirmidones de Cuéllar que llevó el teatro grecolatino a los pueblos castellanos y leoneses y muy particularmente a los de Segovia. Hurgando en las vicisitudes de Toarbás nació, en el 2017, esta novela que ahora edita Isla del náufrago y que llega al alma del lector y le atrapa abriendo las costuras de la sensibilidad, hoy tan resistentes a dejar entrar los sentimientos.