El límite de velocidad en la mayoría de las calles de España baja desde hoy de 50 a 30 kilómetros por hora, por lo que los ayuntamientos podrían ser responsables de que se produzcan atropellos mortales en esas vías de un único carril por sentido si no se adaptan a la nueva normativa.
El director general de Tráfico, Pere Navarro, hizo hoy esta consideración en un encuentro digital promovido por la revista de la DGT, ‘Tráfico y seguridad vial’, y en el que contestó 28 preguntas de sus lectores durante cerca de una hora, la mayoría de ellas relativas a los nuevos límites urbanos de velocidad.
Desde este martes hay tres límites genéricos de velocidad en las vías urbanas: 20 kilómetros por hora para las calles de plataforma única de calzada y acera, 30 para las de un único carril por sentido de circulación y 50 para las de dos o más carriles por sentido (en este último caso, 40 para los vehículos con mercancías peligrosas), según un real decreto sobre medidas urbanas de tráfico publicado el pasado 11 de noviembre en el Boletín Oficial del Estado (BOE) y que entró este martes en vigor.
Ello supone que la mayoría de las calles rebajen el tope de 50 a 30 kilómetros por hora (por ejemplo, el 80 por ciento de las calles de Madrid son de sentido único o de un carril por sentido). Los carriles bus o reservados para taxis u otros usuarios no cuentan en estas limitaciones genéricas. No obstante, se permite que los ayuntamientos puedan rebajar esos límites y subir excepcionalmente el de 30 a 50 kilómetros por hora.
A la pregunta de qué ocurrirá si un municipio no se adapta a los nuevos límites de velocidad, Navarro indicó que «la norma dice lo que dice y el BOE establece cómo se debe hacer». «Como haya un muerto por atropello por no haberse adaptado a la nueva normativa, el tema se complicará y pueden pedirse responsabilidades».
No con «Policía y radares»
Navarro recalcó que en la DGT no son partidarios de imponer los límites de velocidad «a base de policía y radares, sino de convencer». «Estamos seguros de que el transcurso del tiempo nos ayudará a ver las ventajas y bondades, y nos acabará de convencer», comentó, antes de sentenciar que la nueva norma pretende «reducir los accidentes y las víctimas, calmar el tráfico y hacer las ciudades más seguras, amables, humanas y sostenibles».
Recalcó que «conforme se consolide esta norma habrá una condena social para los incumplidores» de las nuevas limitaciones y auguró que «todos» los conductores «se acostumbrarán» a no estar pendientes de la velocidad a la que circulan. «A los pocos días no hará falta ir mirando el velocímetro para saber que vamos a 30. En ciudad, el 82 por ciento de los fallecidos son vulnerables. Sabemos con total seguridad que a 50 kilómetros por hora, en caso de atropello, la probabilidad de fallecer es del 90%, y que baja al diez por ciento si la velocidad es 30 kilómetros por hora. Y también que se reduce a la mitad la distancia de frenado. En cualquier caso, sabemos los accidentes registrados en estas calles en el año anterior a la puesta en marcha de la medida y sabremos lo que se van a registrar en el año siguiente y esperamos que los datos hablen por sí solos», explicó.
Por otro lado, Navarro aclaró que el límite a 30 kilómetros por hora es sólo para calles de un carril por sentido de circulación y que en esas vías «no tienen sentido los badenes». «Confiamos en que poco a poco veremos cómo desaparecen los badenes en estas calles de 30», indicó, al tiempo que apuntó: «Antes, el límite era 50 kilómetros por hora y si querías 30 kilómetros por hora debías señalizar. Ahora, en las calles de un único carril de circulación por BOE es a 30 kilómetros por hora, y solo será a 50 si el Ayuntamiento así lo establece y deberá poner la señal. Nosotros lo que esperamos es que se retiren bastantes señales».
Por último, Navarro calificó de «buena idea» la sugerencia de un lector de que el carril derecho se limite a 30 kilómetros por hora en calles de más de un carril por sentido, si bien precisó que ello depende de los ayuntamientos. «No hemos generalizado para todo el país, porque las circunstancias de las ciudades son muy diversas. Son los responsables de las ciudades quienes conocen sus costumbres, sus patrones, y son los que tienen la capacidad de hacerlo si lo consideran necesario», recalcó.