Los árboles más altos de Castilla y León miden más de 51 metros de altura. Según constata Naturaleza Castilla y León en su cuenta de X (anteriormente Twitter) se encuentran en la provincia de Segovia.
Concretamente, se localizan en el municipio de El Espinar. Con detalle, explica que se trata de un grupo de secuoyas gigantes y son el bosquete de árboles más altos de Castilla y León.
Así, según detalla Naturaleza Castilla y León, se ubican en el Monte de Utilidad Pública (MUP) Nº 144 ‘Dehesa de la Garganta’ de El Espinar, en la provincia de Segovia.
¿Sabes cuáles son los árboles más altos registrados en #CyL? En el #MUP 144 @Ayto_ElEspinar, #Segovia. Más de 51 metros tienen estas secuoyas gigantes. pic.twitter.com/3y2u6SNwlR
— Naturaleza Castilla y León (@naturalezacyl) February 18, 2024
MUP 144
El Monte de Utilidad Pública (MUP) 144 de El Espinar, tiene una superficie total pública forestal de 2.957,7280 hectáreas de pino silvestre.
Está enclavado en el municipio de El Espinar y linda con los términos municipios de Otero de Herreros, La Losa, la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia y la Comunidad de Madrid.
Catálogo de Montes
El Catálogo de Montes tiene su origen en los procesos desamortizadores de la propiedad forestal de mediados del siglo XIX.
Así, la “Ley Madoz”, que es la denominación que viene recibiendo desde su promulgación la Ley Desamortizadora de 1 de mayo de 1855 del entonces ministro de Hacienda Pascual Madoz, puso en estado de venta, entre otras propiedades rústicas, las del Estado y los bienes de propios y comunes de los pueblos. Entre ellos muchos de los mejores montes españoles. De este modo, la idea que presidió esta conocida norma era la de garantizar el futuro de tales bienes, que pasaría por su puesta en valor y rentabilidad a cargo de la iniciativa privada. Sin embargo, ya es bien conocido que la amortización de la inversión que se llevó a cabo se produjo en la mayor parte de las ocasiones mediante cortas abusivas y masivas roturaciones destinadas a la implantación de cultivos agrícolas, que entonces se consideraron más rentables que las producciones forestales mediterráneas clásicas».
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