LOS ALTOS DE LA PIEDAD
Cuentan crónicas que un día
siendo rey Enrique cuarto
cabalgaba en compañía
de Beltrán, su fiel vasallo;
se marchaban de Segovia
con la intención de acudir,
según refiere la historia,
los dos a Villacastín.
De camino se enteraron
que la cita era una trampa:
sus enemigos tramaron
matarles en emboscada;
y vuelven sobre sus pasos
para regresar a casa,
al galope los caballos
y con angustia las almas.
Ya cerca de su destino
unos altos divisaban,
al tornar por los caminos
por los que se vuelve de Ávila.
Con emoción y alegría
por llegar a su ciudad,
de rodillas a María
agradecen su bondad:
puesto que a Ella atribuían
que pudieron regresar,
le dedican la capilla
que llaman de “La Piedad”.
José García Velázquez
Segovia, 18 de noviembre de 2011