Un museo peculiar y modesto con una filosofía muy clara. El museo ‘Rodera-Robles’ de Segovia, que promueve la fundación del mismo nombre, es un espacio cultural que bien merece una visita, para descubrir su contenido y su continente. Está situado en la Casa del Hidalgo, notable edificio intramuros declarado Monumento Nacional en 1955.

El museo lleva el nombre de un coleccionista, nacido en Segovia, que amaba profundamente su patria chica y a su mujer. Ángel Eduardo Rodera de Frutos nació en 1910 y falleció en Madrid, a los 85 años de edad. Era “un hombre de curiosidad innata y coleccionista de los objetos más variopintos, desde un casco de coracero hasta un Beruete, pasando por frascos llenos de objetos cotidianos, como semillas o botones”, según recuerda la Fundación ‘Rodera-Robles’ en declaraciones a ICAL.

No era un un coleccionista al uso. Se movía por consideraciones más allá de las meramente estéticas, como demuestra que una de sus prioridades “fue comprar cuantas pinturas de Segovia le salían al paso, al margen de su calidad”.

Su idea fue crear una fundación, que unieran su apellido y el de su mujer, Rafaela Robles, y que estableciera en Segovia, “la ciudad a la que tanto querían”. Una de las primeras iniciativas de la nueva Fundación Cultural Rodera-Robles fue crear un museo, donde mostrar las obras de arte y colecciones que el matrimonio Rodera Robles reunió a lo largo de su vida.

A esta iniciativa se unió otra idea, la de dar “a conocer dos hechos muy importantes en la historia de la ciudad, con la imprenta y el grabado”. El primero, ocurrió a finales del siglo XV. En 1472, el obispo Juan Arias Dávila y con la maestría de Juan Parix de Heidelberg, convirtieron a Segovia en “pionera de en el noble arte de la imprenta”, al propiciar al impresión del Sinodal de Aguilafuente, el primer libro español.

El segundo tiene como protagonista al rey Carlos III, que firmó la Real Provisión para dotar a Segovia, de una “imprenta: Escuela de Dibujo: gravado en madera: en lámina fina, al agua fuerte, y buril: gravado en hueco de Sellos: el Arte de hacer punzones y Matrices de letras de imprenta, con el arte de fundirlas. Baxo la dirección de don Antonio Espinosa de los Monteros, gravador principal de la Casa de la Moneda de dicha ciudad”.

La fundación se puso manos a la obra para dedicar parte de su espacio al mundo del grabado. Según nos explica Juan Pedro Velasco, el único guía con el que cuenta el ‘Rodera- Robles’, trajeron ‘Espacio Arte Gráfico’, diseñado por Calcografía Nacional, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. “Vino para una muestra temporal pero se quedó aquí”, resume. También asegura que es una de las partes del museo que más gusta y sorprende a los visitantes, que no se esperan encontrar aquí, esta colección de gran calidad.

Cuenta con una parte dedicada a ‘La estampa en la historia’ y otra sobre técnicas de grabado y litografía, para explicar de una manera sencilla los lenguajes gráficos, tanto en grabado en madera; entalladura y xilografía, y en grabado calcográfico; buril, punta seca, manera negra, aguafuerte y aguatinta. La última zona de la exposición, muestra al visitante, ‘Cómo nace un estampa’, con el proceso por el que la lámina fija su imagen al papel, mediante la presión del tórculo.

Casa del Hidalgo

El museo Rodera Robles está situado en pleno casco histórico de Segovia, en la conocida como Casa del Hidalgo. “Un notable ejemplo de vivienda urbana de la nobleza de los siglos XV y XVI”. De sus primeros propietarios, las familias Bermúdez de Contreras y Del Río, aún conserva “las armas en la clave de la portada, en el zaguán y en las tabicas de los techos de algunas salas”.

Sufrió varias modificaciones con el paso de los siglos, pero conserva un buen numero de elementos originales y la disposición inicial de las salas. El pequeño patio porticado, con alguna alteración, sigue el modelo segoviano de no tener abiertos todos sus lados.

Declarado Monumento Nacional en 1995, durante la segunda mitad del siglo XX, la Casa del Hidalgo fue sede del Museo Provincial. La Fundación ‘Rodera-Robles’ adquirió este inmueble y llevó a cabo unas obras muy cuidadosas para dotar al edificio de las instalaciones necesarias para el actual uso museístico.

También se expone la colección permanente del Museo ‘Rodera-Robles’ que está integrada por pinturas, piezas de artes decorativas y objetos curiosos, que ponen de manifiesto el afán coleccionista del matrimonio formado por don Eduardo Rodera y doña Rafaela Robles.

Segovia en todos los sentidos

El tercer pilar, son las exposiciones temporales. Por sus salas, han pasado ya 39 muestras con temática segoviana. Son muy variadas, con muestras sobre tradiciones y costumbres, como el bordado, cerámica, juguetes o grupos folclóricos. También religiosa, como ‘Del buen nombre de los santos segovianos … y de Nuestra Señora de la Fuencisla’ y ‘Fuencisla. Devoción de un pueblo’

Exposiciones sobre segovianos ilustres o personajes vinculados con Segovia: fotógrafos como Jesús Unturbe o José María Heredero; historiadores, ‘Luis Felipe de Peñalosa 1912-2012’. Además, de historias y recorridos por sus espacios y monumentos más emblemáticos, el Acueducto, el Alcázar, la Calle Real, la Plaza Mayor y la Academia de Artillería. Y otros con un sabor más popular, en las tabernas, ventorros, bares y otros lugares de la Segovia del siglo XX.

15 años de trayectoria

El Rodera Robles abrió hace 15 años. Y desde entonces, tiene una media diaria de visitas entre diez y 15 personas. Una cifra que hay que relativizar respecto a la actividad y la infraestructura de otros museos segovianos. Este sólo cuenta con Juan Pedro Velasco como guía y cuidador.

Más o menos, abre sus puertas, unos 300 días al año. “Somos un museo modesto”, afirma Juan Pedro Velasco. En estos 15 años, lo han visitado 67.500 personas, estableciendo una media de unos 4.500 visitantes al año.

Un museo, con entrada de pago, salvo los miércoles, que tiene más tirón entre los turistas extranjeros, que entre los nacionales, porque según los datos que recoge Juan Pedro Velasco, “el 60 por ciento de los visitantes son extranjeros”. Ciudadanos ingleses, franceses y alemanes, sobre todo, de países orientales y sudamericanos, menos. El perfil del visitante del Rodera-Robles es el de “una persona culta que sabe a lo que viene”.

Imagen: Diego de Miguel / ICAL