Paulino y Eduardo Zamarro relatan el ‘Los briqueros y sus ruta’ cómo fue la vida de los trilleros de Cantalejo. El libro, publicado por la Diputación Provincial de Segovia, es fruto de la beca de investigación investigación otorgada por el Instituto de la Cultura Tradicional Manuel González Herrero en 2019.

“A los últimos chifleros de Cantalejo. A los briqueros que pregonaron su nombre por la España cerealista” es la dedicatoria que figura al inicio de ‘Los briqueros y sus rutas’, la última publicación de la Diputación, en la que ésta ha invertido 9.000 euros. El diputado de Cultura, Juventud y Deportes, José María Bravo, acompañado por Eduardo Zamarro, autor del libro junto a su padre, Paulino Zamarro, fallecido en el último año, describe el libro como “etnografía pura y dura; historia de nuestra Historia que relata un signo de identidad de toda la provincia que traspasó las fronteras”.

Y es que, a lo largo de cerca de dos centenares de páginas, de las que han sido publicados 400 ejemplares, padre e hijo ahondan en las rutas de los briqueros y en cómo muchas familias de Cantalejo viajaron durante años por todo el país para ofrecer y vender sus trillos y cribas; los mejores de toda España. “Es un proyecto que trata de relatar esa vida en torno a una industria de aperos que había en Cantalejo y que era muy avanzada en la época”, apuntaba Eduardo Zamarro durante la presentación, aseverando que “el de Cantalejo era el mejor trillo que se construía en toda España, hecho con materiales de la zona” y destacando la alta especialización de una manufactura que llegó a implicar a familias enteras. Para el tutor de la investigación, Honorio Velasco, antes del proyecto de los Zamarro, “faltaban datos directos sobre las rutas y la comercialización de los trillos y cribas”, por lo que su investigación “es especialmente interesante y merece toda la atención”.

Por su parte, Eduardo Zamarro reconocía que ver el resultado de la investigación publicado era el mejor homenaje que podía hacer a su padre, ‘instigador’ del proyecto y quien “trabajó durante mucho tiempo para preservar viva la Historia de Cantalejo”, según José María Bravo. Zamarro apuntaba, además, que aunque el rigor académico siempre fue importante para la consecución del trabajo, también lo fue el que el libro pudiese ser “legible” para hacer llegar a mucha gente la forma de vida que llevaban los briqueros; trabajadores incansables durante el invierno en la construcción de los trillos y nómadas durante el verano para poder vender el fruto de su labor.

Así, ‘Los briqueros y sus rutas’, que como explicaba Eduardo Zamarro no deja de relatar “cómo era una industria basada en la confianza”, aborda, de una manera amena y repleta de documentos gráficos desde el nacimiento del trillo hasta el momento en que España se empieza a mecanizar de forma tardía. Para ello, tal y como aseguraba el autor, se ha creado un banco de imágenes de más de seiscientas fotografías, páginas de revistas y fotogramas televisivos, y el propio Eduardo Zamarro se ha encargado de realizar una docena de dibujos que explican de forma clara y precisa en qué consistía el oficio de briquero y cómo era el viaje desde Cantalejo hasta cualquier punta de España.

“El trillo, como símbolo, siempre permanecerá en la memoria de Cantalejo y de Segovia”, aseguraba por último Zamarro, agradeciendo su colaboración a todas aquellas personas que les han permitido construir un relato que parte de la entrevista como primera fuente y como fuente de primera mano.