El pleno de febrero de la Diputación de Segovia aprobó la declaración como Manifestación Tradicional de Interés Cultural Provincial la Subida de la Virgen del Castillo de Bernardos, que se celebra cada diez años. El vicepresidente de la Diputación y portavoz del grupo popular, José María Bravo, destacó que la Subida hace que “los hijos y los nietos de los residentes vuelvan al pueblo para llenarlo y participar en una procesión que la última vez se prolongó durante veinte horas”.

La Subida de la Virgen de Bernardos, que tendrá lugar este 2020, se suma a la lista de manifestaciones tradicionales de Interés Cultural Provincial de Segovia formada por la Ofrenda de los Cirios de Santa María la Real de Nieva, La Octava de Fuentepelayo y El Diablillo de Sepúlveda.

La localidad de Bernardos está sumida ya en la preparación del “gran evento del decenio”, que consideran “una fiesta única en España que se celebra una vez cada diez años” y que se repetirá el próximo 31 de mayo, con la imagen de la Virgen del Castillo, patrona del pueblo, llevada en procesión a su ermita, situada a tres kilómetros del pueblo.

Bernardos se engalana con vistosos arcos elaborados con más de 100.000 flores y que, colocados en el recorrido de la procesión, marcan los lugares en los que los danzantes del Grupo de Paloteo de Bernardos ejecutan espectaculares bailes en honor a su patrona, para los que han estado ensayando los últimos diez años. Durante tres días, los vecinos de Bernardos le rendirá homenaje en una romería que se celebra desde 1806, en la que la tradición, la devoción, la diversión y la emoción de miles de personas se concentra en este cerro.

La imagen de la Virgen del Castillo será llevada de vuelta a la iglesia parroquial en una procesión nocturna que, en 2010, se prolongó durante 16 horas y 37 minutos exactamente y que es, con casi toda seguridad, es “la de mayor duración de España”. Bernardos, de apenas 500 habitantes, multiplica en esos días su población por ocho, con la vuelta a la villa de los cientos de hijos e hijas de la diáspora que, cada década, vuelven a sus raíces para rendir culto a su patrona.