Un mensaje de Raúl ‘activa a la comitiva’. Lo hace a través del servicio de mensajería instantánea. Pide ayuda: Toca organizar San Ramón. A su llamada acuden los de siempre, los que están por allí: Javi con sus hijos, Roberto, Emiliano, Ana…

A partir de este momento, Pinilla Ambroz revive.

Los coches llegan. En ellos, sus antiguos habitantes. Comienzan unos preparativos que, en realidad, se iniciaron semanas atrás… Ha llegado el momento, arrancan sus sencillas fiestas. Allí, todos son bienvenidos.

La Asociación de ‘La Peña’ diseña las actividades, las contrata, prepara el cartel, convoca sus comidas, organiza la procesión, planifica las citas religiosas de siempre e, incluso, hace las chuletas y aprovecha para vender la lotería de Navidad. Son días de convivencia, de compartir recuerdos, no sólo de lo vivido, también de aquellos que ya no están. Lo hacen durante las largas sobremesas, en las míticas partidas de cartas en el teleclub (el que fuera el antiguo bar), en la puerta de las casas… Allí se juntan, como lo hacían antaño. Allí desempolvan las sillas de entonces, allí comparten recuerdos y vivencias las distintas familias: Los Cachorro y los Canela, La Vitoria y La Monste, Julián…. Lo hacen en las aceras y, por supuesto, también, en el parque del municipio que días antes, con sus propias manos, ha sido acondicionado: «hemos lijado las maderas y pintado todo ello», explican.

Las calles de Pinilla Ambroz están vacías durante la mayor parte del año pero no así en algunas semanas de verano y en tres fechas muy concretas. Entonces, reviven.

Se trata de San Ramón, San Sebastián y San Juan. Esos días, los de siempre, los del pueblo, se encargan de todo. Ellos contratan las actividades, ellos preparan los toldos para que los más mayores puedan comer a la sombra, ellos hacen la comida, ellos preparan el hinchable de los más pequeños.. . Ellos son, y lo saben, los únicos que pueden hacer realidad la continuidad de las Fiestas.

La localidad, perteneciente al municipio de Santa María la Real de Nieva, contaba con 188 habitantes en la década de los sesenta frente a los 16 empadronados en 2022. Sin embargo, los ‘pinillosos’ mantienen intacta la esencia de aquellas calles que les vieron crecer. Muchos emigraron a Barcelona o a Madrid en busca de trabajo, otros cambiaron su residencia a pueblos cercanos, una veintena de forasteros llegó de distintos puntos del mundo para disfrutar del verano allí y, apenas un par de ellos, los menos, llegaron de nuevas para quedarse.

En estas fiestas, la música de DeLocos y de La Plebe de Shopen, las Charangas y el teatro de Mutis Teatro han protagonizado, junto a las comidas populares y la misa en honor a San Ramón, los momentos de mayor afluencia, con más de un centenar de personas.

Este domingo, una cata de Alimentos de Segovia y una chocolatada, ya con chaquetita, que esto es Segovia, han puesto el punto y final a unas jornadas festivas (y al verano) que concluyen con un único deseo: El de reencontrarse el próximo año.

Mientras, el silencio regresará a las calles de Pinilla Ambroz.