El Viernes Santo, en el barrio de Zamarramala (Segovia), se celebrará una de las mejores noches aunque poco conocidas pero más sobreacogedores, la Procesión del »Santo Entierro», en la que participan los Caballeros de la Orden de Malta, custodios del templo, en la Iglesia de la Vera Cruz.

El capellán de la Orden de Malta en Segovia, Juan Pablo Martín Nieva, explica que es la Procesión del Santo Entierro de Zamarramala antiguamente “se hacían por el interior del pueblo e iban hasta la puerta del cementerio donde se cantaba el Eterno Padre”, para después regresar por las calles del pueblo y “rezar el Sermón de Soledad”.

Según recuerda el actual capellán conventual ad honorem, a partir de mediados de la década de los 60, “don Felipe Peñalosa y la Orden de Malta” se sumaron a esta celebración y desde entonces en la Procesión de Zamarramala participan los caballeros de la Orden de Malta, ataviados con la indumentaria tradicional. En el camino entre Segovia y Zamarramala, “en el coto”, se produce el encuentro entre los vecinos y los caballeros “en el que se reza el Credo como procesión de Fe y por ser una Orden Religiosa”.

La comitiva en silencio y sólo iluminada por los haces de luz de las antorchas inician el descenso, custodiando a la imagen del Cristo Yacente, en su traslado hasta el Santo Sepulcro, hasta el interior de la Iglesia de la Vera Cruz, donde se “reza el Eterno Padre”. La Procesión del Santo Entierro encierra un gran halo medieval, por los trajes de los caballeros, y el sinuoso trayecto de unos dos kilómetros, recordando el último viaje Cristo muerto hasta el sepulcro en el que depositaron su cuerpo.

Varios artículos de prensa en medios digitales nacionales se han hecho eco a lo largo de los últimos años de la solemnidad de este acto religioso que comienza a las 23.00 horas. La procesión del Santo Entierro de Zamarramala está considerada una de las mas singulares por el escenario en que se celebra porque la carretera que desciende desde el actual barrio incorporado se ve la ciudad iluminada, destacando de forma especial, el Alcázar de Segovia. Los vecinos de Zamarramala salen de su Iglesia Parroquial con tres tallas: Cristo Crucificado, la Soledad Dolorosa y el ya mencionado Cristo Yacente con el que parten en procesión hasta encontrarse con los caballeros de la Orden de Malta.

También resaltan del ‘Santo Entierro’ que es una procesión a la que le envuelve el misterio y la devoción, unido a las leyendas ancestrales de la Iglesia de la Vera Cruz. Los sentimientos y emociones a flor de piel al ver llegar el Cristo Yacente en la urna de cristal al interior de esta iglesia templaria y como los caballeros de la Orden de Malta se colocan en semicírculo en torno al Altar Mayor para iniciar el acto religioso

Un templo singular

La Vera Cruz de Segovia fue construida en 1208 en recuerdo de la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén por la Orden del Temple. El edificio tienen doce lados, un número que tiene muchas referencias y simbolismos como los doce meses del año, las doce puertas de Jerusalén, las doce tribus de Israel y, por supuesto, los doce Apóstoles de Jesús.

La iglesia templaria de Segovia posee tres ábsides semicirculares que configuran la cabecera de la Iglesia y la torre del campanario se añadió en el siglo XVI. En el interior del templo, de planta igualmente dodecagonal, forma una sola nave en un anillo circular, recordando a la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén.

En el año 1531, se produjo la unificación de la Orden del Santo Sepulcro con la Orden de San Juan y este templo religioso segoviano pasó a la Orden de Malta. Cuentan las crónicas que fue sede parroquial del pueblo de Zamarramala hasta que se construyó su actual iglesia que la reemplazó.

La Orden de Malta en España recuerda, en un artículo sobre los propietarios de la Vera Cruz, que que la iglesia “quedó desatendida tras la exclaustración de Mendizábal en 1836” ya que casi totalidad de los bienes de Malta, fueron subastados a lo largo de muchos años, “lo que dio lugar a que la Vera Cruz languideciera y se convirtiera en un pajar”.

Fue el rey Alfonso XIII el que la sacó del olvido y la declaró Monumento Nacional en el año 1919, pero continuó sin tener culto. La Orden de Malta recoge que el historiador segoviano, el Marqués de Lozoya, organizó una reunión para buscar una solución para la Vera Cruz. Al encuentro acudió un profesor de la Academia de Artillería, Francisco Luis Borrero y Roldán, y el Duque de Frías, “quien tenía una magnífica relación” con el General Francisco Franco, y años después, ocuparía el puesto de “Presidente de la Soberana Orden de Malta”.

La Orden de Malta acabó aceptando volver a hacerse cargo de la iglesia de la Vera Cruz de Segovia y Franco firmó “una donación a perpetuidad”. La Soberana Orden de Malta realizó obras de restauración y celebró, en 1951, “un solemne Capítulo inaugural”. Desde entonces, la Asamblea Española celebra en ella los oficios de Viernes Santo y el Capítulo de San Juan Bautista.

Lignum crucis

Los historiadores e investigadores no acaban de ponerse de acuerdo sobre algunos datos relacionados con la Vera Cruz, que empezó a ser conocida con esta nombre a raíz de la llegada en el primer tercio del siglo XIII, de una reliquia de la Santa Cruz ‘Lignum crucis’. Unos establecen que es auténtica y otros que es falsa. Inés Ruiz Montejo, de la Universidad Complutense de Madrid, afirma en su trabajo ‘Una iglesia relicario de atribución incierta’ que el ‘Lignum crucis’ fue donado “al parecer por el papa Honorio III”. La reliquia se conserva hoy en la Iglesia de Zamarramala.