«Ha sido precioso pero muy doloroso», resumían Víctor y Tomás, dos de los socios más fieles del club, tras el pitido final. Y no encontraban palabras más precisas para describir lo vivido este sábado en el Estadio Municipal de La Albuera, donde la Gimnástica Segoviana afrontaba su penúltimo partido de la temporada —el número 37— coincidiendo con la celebración del Día del Niño.
La afición respondió, como siempre, con una presencia entregada y esperanzada. A pesar de que la permanencia se antojaba complicada, el espíritu de lucha seguía intacto. Pero el Nàstic de Tarragona no dio margen al respiro: dos goles en los primeros doce minutos encendieron todas las alarmas. Sin embargo, los de Ramsés Gil no bajaron los brazos.Lograron igualar el marcador aprovechando dos saques de esquina que levantaron al público de sus asientos.
La emoción fue máxima, el corazón empujaba más que nunca, pero no fue suficiente. El empate certificó el descenso matemático. Con él, el club azulgrana pone fin a su aventura en la Primera RFEF y encara el regreso a Segunda RFEF.