“Hay un abanico de fotoprotectores en cuanto a la calidad. Todos los que marcan una protección 50 es cierta y la cumplen, pero la cuestión radica en cuánto dura esa protección”, de ahí la importancia de la fotoestabilidad del producto como aspecto esencial para evitar quemaduras. La farmacéutica y cotitular de Farmacia-Óptica Junco de Palencia, Pilar Junco, explica en declaraciones a la Agencia Ical que “hay productos en los que, en media hora, ya no hace efecto el fotoprotector, por lo que hay que darle la vuelta y leer las etiquetas”.
Detalla que los que más calidad poseen son aquellos que, a mayores de marcar el tipo de radiación que cubren (por norma habitual UVA y UVB), reflejan la nomenclatura ‘PA++++’, ya que quiere decir que tienen una larga duración de protección, además de poder proteger también ante otras radiaciones, como son Infrarrojos, WIFI o HEV.
Aclara que se recomienda que, una vez abierto el producto, no se use pasados los seis meses, por lo que de un año para otro igual no sirve, dado que “se podría llegar a quemar el usuario, precisamente porque la fotoestabilidad se ha deteriorado”. No obstante, como cremas pueden también llegar a perder las propiedades, agrega.
La importancia del protector solar “es para la salud de la piel”. “Hay que entender el uso de fotoprotector como algo que va a ayudar a la salud”. Al final, “la piel tiene memoria y el sol y la radiación es muy buena para la vida, pero, en exceso, produce una serie de problemas, en mayor medida, a nivel interno”.
De esa forma, comenta que el fotoprotector “ayuda a que esas radiaciones no penetren”, quien desgrana que hay dos tipos de fotoprotectores, unos físicos (hacen una reflexión como si fuese un espejo) y otros químicos (absorben esa radiación y la transforman en calor).
Elección del factor
En el mercado hay diversos factores, como 15, 30 o 50, por lo que es necesario saber el más adecuado. Si se va a ir a un lugar en el que la intensidad de luz solar es alta, como la playa, la montaña o todo lo que tenga que ver con el agua, donde existe una reflexión de la luz y se potencia más la intensidad, afirma que daría igual hasta el tipo de piel de cada persona, al ser aconsejable el uso del factor 50.
El índice va según el tipo de piel, dependiendo el moreno o las pieles oscuras de cada persona, las cuales “aguantan mucho mejor las radiaciones”. Es decir, “el tiempo que tardan en quemarse, en relación a un haz de luz en cuestión, que es el ultravioleta B”. Por eso, en verano, todo lo que tenga que ver con el ultravioleta B se relaciona con quemaduras, aclara a Ical.
Por tanto, si se va a ir a la playa y se va a estar muy expuesto, al igual que para un uso general de varias horas o todo el día, Junco recalca que elegiría el factor 50, con una renovación cada dos horas para reponer dicha protección.
En los casos en los que se tiene una piel que aguanta y no se quema con facilidad o se va a ir a la piscina una hora, “es posible que se pueda optar por índices más bajos, porque realmente la protección es menor, pero apta para esos momentos o personas, al no quemarse”.
No obstante, traslada que los protectores solares aguantan para que no se vayan con el sudor o con «un único chapuzón», por eso es necesario su renovación. Además del agua, a partir de las dos horas “disminuye la acción del fotoprotector, dado que las sustancias químicas que absorben esa luz y la transforman en calor van disminuyendo”.
La farmacéutica alerta a la gente para que no se confíe en aquellos momentos en los que no hay sol y está nublado, al ser los más peligrosos, dado que “no se nota calor en la piel y se piensa que no se pueden producir quemaduras”. Desde luego, es necesario aplicar y repetir la protección en esos supuestos, asevera.
Sol y niños
En relación a los más pequeños de la casa, afirma a la Agencia Ical que los niños tienen unos fotoprotectores especiales para ellos, ya que «suelen tener una piel más sensible, que puede llegar a ser más porosa y absorber sustancias, por lo que si se aplica un mal fotoprotector puede que los pequeños absorban, a través de su piel, sustancias tóxicas».
La gama disponible para ellos es «más específica, con texturas mucho más enriquecidas para ese tipo de pieles, combinada con una resistencia al agua amplificada, así como a la fricción». De esa forma, la calidad de todos estos productos es mayor que los enfocados a los adultos, añade.
Junco puntualiza que un adulto se puede aplicar y proteger con un fotoprotector de un niño, mientras que, a la contra, no se debería de usar un producto de adulto en los pequeños de la casa.
Por último, recuerda que, antes la exposición era mucho menor, pero cada vez ha ido aumentando, dado que los periodos vacacionales abarcan todo el año, sumado a la montaña, los deportes al aire libre o el ocio en la calle. Un niño va a comenzar a acumular desde muy pequeño radiación y la piel posee efecto memoria, motivo por lo que recomienda el uso de protección solar, desde el ámbito de la salud y la prevención.