Por tercera semana consecutiva, el diputado del Área de Cultura, Juventud y Deportes, José María Bravo, ha ejercido de anfitrión en la Casa del Sello para llevar a cabo la presentación de una nueva publicación editada por la institución provincial. Esta tarde le ha tocado el turno al libro ‘Los mampuestos cajeados en la península ibérica. La antigua iglesia de San Andrés, en Sepúlveda (Segovia)’, escrito por el académico de San Quirce y quien fuera conservador-director del Museo de Segovia, Alonso Zamora, quien lo describe como “una recopilación, una tarea larga y a veces complicada, sobre un sistema de construir a base de ladrillos y piedras”.

Zamora, quien detallaba cómo es esta manera de construir de la que no se dan muchos ejemplos en España, explicaba al mismo tiempo que el estudio que ha dado pie al libro comenzó a principios de los años noventa y ha ido evolucionando, de una manera no continuada, después de kilómetros y kilómetros recorridos analizando las medidas de ladrillos, los posibles sitios susceptibles de esconderlos y aquellos lugares donde existen ejemplificados de esta manera. “Esto empezó en un estudio que hicimos de las murallas de Sepúlveda en el año noventa y desde entonces he procurado seguirle la pista”, reconocía Alonso Zamora, otorgando parte del reconocimiento del punto de partida al también académico de San Quirce José Antonio Ruiz, quien le advirtió del color extraño de unas fachadas en Sepúlveda, desde las que fue uniendo unos puntos con otros y unas localidades con otras. “Al final se acaba reuniendo todo eso en un libro y acaba saliendo este ladrillo”, bromeaban el autor y el diputado, para quien la publicación, en la que la Diputación ha invertido 4.500 euros y de la que se han editado 400 ejemplares, “es un libro guía perfecto para la gente que quiera investigar sobre la construcción de las fortalezas”.

Y es que es principalmente en fortalezas de castillos e iglesias en las que se deja sentir esta manera de construir que, como apuntaba Zamora, “se puede seguir en el mapa de España desde Almería y, sobre todo, Málaga, hacia el norte con unos pocos ejemplos sueltos hasta llegar a la provincia de Segovia, donde hay una concentración notable en lo que eran edificios públicos para el mundo antiguo, como castillos y fortificaciones”. Sepúlveda, Fuentidueña y Ayllón reúnen algunos de los principales ejemplos en los que estos mampuestos cajeados no son habitualmente visibles, ya que como afirmaba el autor del estudio, “a veces no se ven porque están escondidos y otras veces sólo quedan restos pequeños, por lo que el trabajo es largo y complicado”. Es el caso también de la antigua iglesia de San Andrés, en Sepúlveda, de la que se conserva la torre y en la que se detiene, de manera especial, la publicación presentada hoy.

Estas dificultades para detectar su conservación, que requieren de excavaciones para seguir profundizando en sus orígenes y su construcción, hacen que, en el libro, Alonso Zamora explique sus hipótesis, que le llevan- reproduciendo los antiguos caminos de la época romana desde el sur- a determinar que las raíces de estos mampuestos se encuentran en Oriente y su llegada a la península podría fecharse en la primera mitad del siglo XI, mientras que su fin podría ubicarse en el inicio del Románico. “No sé muy bien cuál fue la manera de llegar hasta aquí, porque la gente se movía mucho más de lo que creemos ahora, pero pudieron ser las cruzadas, los intercambios comerciales o hasta compañías de gente que se dedicaba al comercio y se establecía en las costas”, admitía Zamora, quien revelaba también durante la presentación que estos aparejos se pueden encontrar, entre otros lugares, en la antigua Constantinopla, en muchos puntos de Grecia, entre los mares Caspio y Negro, en Georgia o en el Líbano.

Sobre el futuro de su estudio y la verificación de sus hipótesis, el historiador señalaba, para terminar, que “la excavación tiene que hacer el resto; la gran mayoría de los sitios está sin excavar, sin estudiar detenidamente”.