La Universidad de Salamanca aborda por primera vez, de un modo integral, la faceta política de Miguel de Unamuno a lo largo de toda su vida, mediante una exposición que reúne casi 900 referencias documentales, algunas de ellas inéditas. El rector, Ricardo Rivero, inauguró este jueves en la sala de exposiciones de la Hospedería Fonseca la muestra bajo el título ‘Miguel de Unamuno y la política. De la pluma a la palabra’, que, según destacó, resulta “fundamental”, tanto para “el conocimiento y la comprensión del autor y de su obra”, como “de la propia historia política del país”.
Las siete secciones en que se divide la exposición inaugurada hoy por la Usal recorren la biografía del escritor a través de sus actuaciones en la esfera pública y en la política de su tiempo, al tiempo que revisa “su pensamiento, sus ideas, sus posiciones, e incluso sus contradicciones”. La “inevitable actualidad y vigencia” de muchos de los elementos abordados en esta muestra, acentúa, según Rivero, “la pertinencia y necesidad” de esta iniciativa, “más allá de su interés específico en torno a la figura de Unamuno”, según centró su discurso.
Rivero, quien intervino para cerrar el acto, destacó de hecho la importancia de “mantener vivo lo que ocurrió” en referencia a la contienda fratricida, para que “no vuelva a pasar”. “El legado ‘unamuniano’ no solo tiene un impresionante sentido cultural, si no que está dotado de una vigencia extraordinaria. Es importante que quienes vengan recuerden que hace solo un siglo se cometieron muchos errores que Unamuno advirtió y no queremos que vuelva a ocurrir. Es uno de los objetivos, aunque no modestos, de esta exposición”, resumió Rivero, quien afirmó en este sentido que “la cultura es una palanca de transformación social que puede llegar a salvar vidas en el futuro”.
La muestra está comisariada por dos de los principales especialistas en Miguel de Unamuno, Colette Rabaté, de la Universidad François Rabelais de Tours, y Jean-Claude Rabaté, de la Universidad Sorbona Nueva-París, autores de numerosos estudios y publicaciones sobre la materia, quienes intervinieron durante un emotivo acto en el que dejaron patente su pasión por la figura del que fuera rector de la Universidad de Salamanca a principios del siglo XX, llegando incluso a emocionarse. El objeto último de la muestra, por tanto, es “analizar los vínculos indisolubles entre la vida de Miguel Unamuno y la historia política de España a lo largo de un itinerario de más de medio siglo”.
De hecho, la exposición se divide en siete apartados que reflejan diferentes periodos de esta trayectoria, cuyos títulos ya resultan, de por sí, reveladores: ‘Aprendiz de político (1879-1891)’, ‘La forja de un intelectual (1891-1900)’, ‘Crónica de una destitución anunciada (1900-1914)’, ‘De la Gran Guerra al destierro (1914-1923), ‘Un largo y fecundo exilio (1924-1930)’, ‘La experiencia republicana (febrero de 1930 – julio de 1936)’ y ‘La salvaje guerra incivil (1936)’.
Según las reflexiones ofrecidas por los comisarios durante el acto, “el interés incontestable de Miguel de Unamuno por la política parece a primera vista poco compatible con su voluntad constante de no dejarse encasillar en cualquier ‘partido’ para permanecer ‘entero’”. Lo cierto es que, según Colette Rabaté nunca fue un político “en el sentido literal de la palabra”, pero «desde la adolescencia se erigió en juez de los dichos y hechos de sus conciudadanos”, transformándose a menudo en “agitador de los espíritus”, incluso en “actor o guía” durante las horas trágicas que vivió el país.
Retrato de vida
Así, la exposición sigue el recorrido de un hombre que, “más allá de los errores, de las vacilaciones y de las aparentes contradicciones, da prueba de una gran coherencia desde las vivencias imborrables del sitio de Bilbao en 1874, que despiertan su conciencia civil, hasta las horas trágicas de diciembre de 1936”. A lo largo de los años, se dibuja el perfil de un hombre “profundamente deseoso de encontrar remedios a los males que sufre su patria” y de “uno de los mayores intelectuales europeos del primer tercio del siglo XX”, según Jean-Claude Rabaté, quien profundizó en su discurso en la dimensión internacional de la figura de Unamuno y en la aportación, asimismo, de los archivos documentales de distintos países a la exposición.
Durante los años pasados entre Bilbao y Madrid, de 1879 a 1890, esta muestra permite vislumbrar cómo el joven Unamuno se interesó pronto por el vascuence, al que dedicó su tesis y también estudió las costumbres de su tierra en varios artículos publicados en la prensa local. Es la época de “las primeras polémicas”, según recordaron, cuando decide «cuestionar la vigencia del idioma vasco».
A partir de 1891 obtuvo la cátedra de griego en la Universidad de Salamanca y hasta finales de siglo no se contentó con participar activamente en los debates que agitaban la capital del Tormes y su Bilbao natal en plena transformación. Unamuno se adhirió al Partido Socialista Obrero Español en 1894 y con la guerra de Cuba, emergió en el paisaje político por sus posturas “pacifistas y anticolonialistas”.
Su cargo de rector, que transcurrió entre 1900 y 1914, le dio, según los comisarios, “fama y visibilidad”. Se convirtió en un “predicador ambulante” que quería despertar a sus conciudadanos. Entre otras luchas, puso en tela de juicio el poder de la Iglesia y denunció el papel de los terratenientes de la provincia de Salamanca mediante unas sonadas campañas agrarias, factor detonante de una destitución “anunciada desde el principio”. También, por entonces, empezó a oponerse a la Monarquía en la persona de Alfonso XIII y al papel del Ejército.
Entre 1914 y 1923, su postura de “aliadófilo”, como le calificaron los comisarios, lo alejó ya “irremediablemente” del monarca. Sus artículos de prensa eran “cada vez más censurados”, pero se consolidó su postura de “intelectual europeo” cuando se alzó “en contra de la barbarie del ejército alemán”. En septiembre de 1923, el manifiesto del general Miguel Primo de Rivera que inauguraba una dictadura constituyó “un nuevo giro en su vida” y reforzó su “condición de oponente”.
Entre 1924 y principios de 1930, los largos años del confinamiento en Canarias y de autoexilio en Francia convirtieron a Unamuno en “la figura emblemática de la oposición a la dictadura y a la Monarquía” a través de revistas clandestinas y de contactos con políticos españoles antimonárquicos. Su acción como ‘conspirador’, hasta ahora inédita, es otra “arma de resistencia”, así como la poesía.
En 1931, después de una vuelta triunfal a España, salió elegido diputado de la joven República, pero abandonó pronto su escaño en las Cortes, en palabras de Colette y Jean-Claude Rabaté, “defraudado por los diferentes gobiernos, en disconformidad con la política emprendida y la ‘brutalización’ de la vida política”.
Los seis meses de la Guerra Civil, también los últimos de su vida, dejaron constancia “del desamparo y de la desesperanza de un hombre que se encuentra solo en un torbellino de violencia y de resentimiento”. Después de un momentáneo apoyo a los sublevados, reconoció sus errores y lo expresó a plena luz durante la sonada celebración del 12 de octubre. Bajo arresto domiciliario, escribió en su último borrador que “los ‘Hotros’”, es decir, los rebeldes, “son peores que «’los Hunos’, como se refirió a los marxistas. También afirmó que “no habrá paz sino victoria de los sublevados” y presagió que “se acercan días terribles”, aunque convencido de que había que “renunciar a la venganza”.
Para Colette y Jean-Claude Rabaté, en el siglo XXI, el pensamiento político de Miguel de Unamuno sigue “extraordinariamente vigente”, entre otros aspectos, por sus reflexiones sobre los nacionalismos vasco y catalán, el fascismo y el comunismo, la Monarquía y la República, el papel del Parlamento y de los partidos, de la prensa o las relaciones entre España y Europa. “El pensamiento ‘en marcha’ de Miguel de Unamuno, reacio a cualquier clase de dogma, a menudo injustamente reducido a contradicciones y paradojas, explica en parte el interés renovado por la faceta política en el cine y el teatro”, apuntaron para concluir.
La muestra podrá visitarse desde este jueves, 21 de octubre, y hasta el próximo 23 de enero de 2022, en la sala de exposiciones de la Hospedería Fonseca, ubicada en la céntrica calle del mismo nombre, en horario de martes a sábado, de 12.00 a 14.00 horas y de 17.30 a 2.30 horas. Los domingos y festivos permanecerá con sus puertas abiertas en el un único tramo matutino, de 10.00 a 14.00 horas, y los lunes, la sala estará cerrada.