Gonzalo, más conocido por Gonzaventuras es un jóven nacido en Segovia que se dedica a cumplir su sueño: viajar. No tiene casa, vive en una furgoneta, y ahí fue dónde le pilló el confinamiento: en su furgoneta de tres metros cuadrados, pero esto no es lo peor: todo sucedió en Canarias.

Gonzalo se dedicaba durante los primeros meses del año a visitar todas las islas Canarias y justo el día que llegó a Tenerife se decretó el estado de alarma en nuestro país. Durante los primeros días estuvo en un parking de la isla, según relata Gonzalo no estaba mal: «puedo aparcar en sombra, puedo aparcar en sol, tengo unas duchas de playa y unos baños.» Pero con el paso de los días el jóven asegura: «no me dejan ni estar alrededor de la furgoneta. Yo entiendo que no podamos movernos, pero que mínimo, yo no tengo casa. Además cerraron los baños, y eso me hizo la faena.»

El nómada segoviano asegura que la situación fue muy rara, y que a pesar de tener en su furgoneta una cama, un lavabo para asearse y una batería que le suministra energía para la nevera y el ordenador desde el cual trabaja, no tenía baño ni ducha, y los depósitos de agua del lavabo era necesario rellenarlos.

Asegura que la situación en el parking en el cual estaba aparcado «era un poco absurda porque seguía yendo por allí el tractor que limpiaba la playa, los socorristas, trabajadores de los chiringuitos, reporteros.. Y esta es una de las cosas que me sienta fatal, la gente para trabajar puede moverse por aquí sin ningún problema; Yo entiendo que hay gente que tiene que trabajar, que hay gente que tiene que comer, pero yo, para vivir con un mínimo de dignidad no puedo ni salir al suelo de la furgo.»

El jóven cuenta que cuando salía al baño lo hacía con el papel higiénico en la mano, para que si le paraba la policía podría decir que había ido al baño, asemejándose a «un criminal».

Uno de los días que Gonzalo salió a a lavarse a las duchas de la playa las patrullas de policía lo amenazaron con denunciarlo por desobediencia, mientras que asegura «que otras patrullas me habían dicho que sí podía ducharme por ser causa justificada.»

Cada vez iban aumentando las restricciones, hasta que se produjo el cierre del parking en el cual estaba ubicado, dando la opción a nuestro protagonista de ir a un pabellón con los sin techo. Las opciones que tenía eran ir al centro con las personas de la calle o volver a la península. Afortunadamente para Gonzalo, en el pabellón no quedaban plazas, por lo que podía continuar en su furgoneta en un parking cerca de un centro de día, en el cual podría acceder al baño y a las duchas. El problema: era un foco de contagio ya que mucha gente accedía a esos aseos por lo que las probabilidades de infectarse aumentaban.

Su última opción: volver a casa de sus padres.

Al darse cuenta de que el estado de alarma iba a durar más de lo previsto, al tener una furgoneta sin condiciones adecuadas para vivir y al no tener otra alternativa, Gonzalo decidió volver a la península.

Después de 2 días en el ferry puso rumbo hacia Segovia. Pero lo peor no había llegado, una avería en su furgoneta retrasó su viaje. Sin embargo, consiguió solucionarlo y al día siguiente nuestro paisano entraba en la ciudad. Su destino: La Losa.

«En otras circunstancias estaría contento de volver, pero ahora la verdad es que no estoy contento. Yo no siento que me voy a casa, yo lo que siento es que me han hecho de mi casa. Que lo entiendo, entiendo las circunstancias, entiendo que no tenía otra opción o que no he sabido encontrarla pero mi sentimiento es ese, que me han echado de mi casa que es la furgo, la calle. Yo lo que quería era que se contemplase mi situación y la de muchos otros y que hubiese una alternativa legal a esa situación.»