El joven seminarista segoviano Álvaro Marín Molinera, de 24 años, será ordenado diácono mañana coincidiendo con la festividad del patrón de la diócesis, San Frutos, en la Catedral, a partir de las 17.00 horas, en una celebración presidida por el obispo, César Franco. Alvaro Marín se formó en el Teologado de Ávila y en la Universidad Pontificia de Salamanca y se convierte así en el primer ordenado en la última década, tras diez años de carestía y de escasez vocacional.

Familiares, amigos, sacerdotes y fieles acompañarán del joven compartirán con él este día tan especial en su camino hacia el ministerio sacerdotal, con el que comienza una nueva etapa al servicio de la Iglesia segoviana. La Eucaristía de ordenación diaconal es una celebración en la que se suceden varios momentos de especial relevancia para el futuro diácono.

Tras el Evangelio, tiene lugar el acto de reconocimiento de que Álvaro Marín es un candidato digno para ser ordenado. “Después de haber consultado al pueblo cristiano, doy testimonio de que ha sido considerado digno”, dirá el rector del Seminario diocesano, Juan Cruz Arranz. A continuación, el joven efectuará sus promesas, que tienen relación con la realización de sus funciones: celibato, obediencia y colaboración con el obispo, rezar la Liturgia de las Horas, atender el altar y después hará la postración, momento en el que se invocará la intercesión de los santos.

Por último, tendrá lugar el rito de ordenación diaconal con la imposición de manos y la plegaria de ordenación, tras el que Álvaro Marín recibirá su estola al estilo diaconal y será vestido con la dalmática.

Los diáconos se ordenan mediante la imposición de las manos heredada de los Apóstoles, para desempeñar eficazmente su ministerio por la gracia sacramental. El oficio propio del diácono, administrar solemnemente el Bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al Matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el Viático a los moribundos, leer la sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y la oración de los fieles, administrar los sacramentales, presidir el rito de los funerales y de la sepultura.