Complicado cuarto encierro en la villa de Cuéllar con toros de la ganadería de Valdemoro, donde solo dos de los seis toros han entrado en la plaza. Hasta cuatro astados que tuvieron que ser sedados sin poder entrar en el encierro urbano, y un quinto fue anestesiado en el callejón de la Plaza de Toros de la villa cuellarana.
Desde el recorrido por el campo, a las calles de Cuéllar solo llegaron dos astados, uno acompañado de los mansos y otro en solitario, que estuvo mucho tiempo en los distintos tramos del recorrido, embistiendo hacia las talanqueras y sin obedecer las indicaciones de corredores y pastores, y finalmente fue anestesiado en el callejón de la Plaza de Toros.
Dos caballos heridos
El traslado por el campo fue muy difícil, de hecho, dos caballos de la dirección de campo resultaron heridos. Los caballistas se tuvieron que emplear a fondo, además de ver cómo los astados arremetían contra sus monturas, desde el primer momento.
Una de las imágenes de este cuarto encierro fue protagonizado por un caballo blanco que descendió a toda velocidad, por la colina que culmina en El Embudo, sin jinete y cayó al suelo ya en las calles de Cuéllar. Fue ayudado por los corredores y espectadores, que le quitaron la silla y le sacaron del recorrido para ser atendido en la Plaza de Toros.
El alcalde de Cuéllar, Carlos Fraile, sostuvo que las reses de Valdemoro era las que “mayor tiempo llevaban encabestrándose en la finca del director del campo pero que no han propiciado el encierro que esperábamos”
En la suelta de los corrales del Cega, la manada salió disgregada con varios toros emprendiendo el camino hacia los dos lados, sin seguir a los mansos. Con un esfuerzo extraordinario de los caballistas y la dirección de campo. Antes del paso de Máquinas, uno de los toros ya tuvo que ser anestesiado.
Junto con los mansos y los caballistas fueron cuatro toros juntos, mientras que el quinto no quedó más remedio para los caballistas que hacer con él paso por otro túnel de la autovía distinto al resto de la manada. Las complicaciones fueron constantes. Carlos Fraile explicó que se anestesiaron a dos reses en lo alto del embudo y otro en el corral que fue habilitado por el consistorio, en El Embudo, donde quedó enjaulado tras protagonizar muchos momentos de tensión y peligro entre las personas que estaban subidas las paredes del corral.
De los dos únicos toros que acabaron el encierro, el castaño también fue necesario sedarlo, en el callejón. “Desastre total”, sostuvo el presidente de la Asociación Encierros de Cuéllar, Jairo Martín, tras lo ocurrido, con un encierro, al que no se puede denominar como tal.
A pesar de ser muy accidentado y peligroso, no ha habido heridos. Las reses de la ganadería jienense de Valdemoro protagonizaron escenas complicadas, tanto en el traslado por el campo, con constantes arremetidas contra los caballistas muy rápidas e imprevistas. En las calles de la villa, los corredores tampoco pudieron disfrutar.