La familia Linage Conde dona un busto de quien fuera vicepresidente de la Diputación durante los años de la II República, Antonio Linage Revilla, esculpido por Emiliano Barral, a la Diputación Provincial de Segovia.
El busto fue exhibido por primera vez en el pabellón de España de la Exposición Universal de París en 1937, donde lució junto a otras piezas de Barral, Picasso y Pérez Mateo. “Ahora está en el sitio donde yo creo que debe de estar”, señala Antonio Linage Conde, en referencia a la galería superior del patio de Columnas del Palacio Provincial, donde se encuentra expuesto actualmente.
El medievalista de Sepúlveda asegura que “no es una donación que mi familia hace a la Diputación, sino una donación que la Diputación me hace a mí porque esto no tiene precio”.
Mostrando en todo momento su agradecimiento a la institución provincial, el historiador también afirmó que “el escultor se complacería de ver esta obra suya aquí, porque para su trayectoria fueron decisivos los años en Italia de pensionado por la Diputación”.
Emoción a flor de piel
Además, visiblemente emocionado, Antonio Linage Conde subrayaba la importancia histórica que la institución ha tenido para los vecinos de los pueblos, siendo en muchas ocasiones -y de manera especial en las primeras décadas del siglo veinte- “un remanso de paz”, y afirmaba que el principal propósito de su donación es, además de cumplir con una voluntad familiar, “que no decaiga el amor y el entusiasmo por esta tierra”.
Por su parte, agradecido también por el gesto de Linage Conde, Miguel Ángel de Vicente expresaba el “honor y la satisfacción” que supone para la Diputación recibir la obra y recordar con ella “el vínculo que siempre ha tenido la institución provincial con los artistas segovianos, posibilitando muchas veces que, a través de sus becas, hayan obtenido reconocimiento más allá del propio territorio”.
De la Expo de París al almacén del Museo Nacional de Arte de Cataluña
El busto de Antonio Linage Revilla, que cuenta con unas medidas de 30x25x22 cm, fue esculpido en 1934 por Emiliano Barral en piedra rosada y, tras su exposición en París y debido al transcurso de la Guerra Civil en España y las circunstancias políticas del momento, fue almacenada junto a otras obras en el Museo Nacional de Arte de Cataluña en Barcelona, donde pasaron olvidadas cerca de medio siglo. No en vano, la pieza carece de un pequeño fragmento en la nariz, debido, al igual que la suciedad y las manchas de cera que presentaba antes de ser limpiada, al abandono al que se vio sometida.
Con motivo de la exposición celebrada en homenaje a Barral en 1985, fue expuesta por segunda vez y el hijo del escultor, Fernando, a quien habían sido devueltas las piezas que formaron parte de la muestra de París, hizo entrega de la obra a Linage Conde como propietario de la misma.
La Historia y la generosidad de la familia Linage Conde ha querido que ahora se cierre el círculo con su donación a la Diputación, con la que tanto Emiliano Barral como Antonio Linage Revilla guardan un importante vínculo; el primero, entre otras circunstancias, por haber sido pensionado con 3.000 pesetas para viajar en 1924 a Italia y estudiar a los grandes escultores del Renacimiento apoyado por su mentor en la institución, Gabriel José de Cáceres, y el segundo por su condición durante años de diputado provincial y vicepresidente durante los años de la II República.
La escultura pasará a formar parte de los fondos artísticos de la institución provincial, de modo que resulte visible y cuente con unas condiciones de conservación adecuadas.
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