Enrique Garzón (Segovia, 1972) convive con el balonmano casi desde que tiene uso de razón. Después de una etapa corta como jugador, pasa en 1993 a entrenar al primer equipo alevín femenino (1981) de la historia del Balonmano Nava y que participa en los juegos municipales de Segovia. Ahora, en 2022, Garzón roza las tres décadas en el club trabajando fundamentalmente con niñas, salvo una pequeña etapa de dos temporadas en las que entrena al cadete masculino del club y al equipo de Segunda división también masculino. No hay por tanto, muchos ejemplos como el suyo de trabajo con menores, especialmente con niñas, en toda la provincia de Segovia.
Primeros entrenamientos basados en la experiencia
Garzón recuerda en conversación con Segoviaudaz sus primeros entrenamientos con niñas en Nava de la Asunción, acompañado por Tinín Campillo que por entonces trabaja con las infantiles. «Entrenábamos por inercia, aplicando lo que habíamos vivido como jugadores y tuvimos la suerte de que las niñas ya practicaban deporte en el colegio y sabían ocupar espacios de la cancha», cuenta. «Empezamos a introducir nociones de balonmano enseguida y de manera intensa, porque no había mucho tiempo y las cogieron con muchas ganas», añade. «En dos años ese mismo grupo de jugadoras fue campeona de Castilla y León», apostilla Enrique Garzón.
Por entonces, Enrique ensaya y mecaniza jugadas con las niñas para aprovechar el talento individual de las más capacitadas. «Con el paso del tiempo te das cuenta de que eso no es lo más conveniente porque la formación del grueso de los integrantes de un equipo se resiente si tienes una niña muy buena y lo centras todo en ella»; «Ahora, cuando ganamos, lo hacemos por el trabajo global y no por cosas puntuales», detalla Garzón.
Referentes
Miguel Peñas, entrenador del Aula Cultural, Manolo Laguna o Juan García son referentes para Garzón. «Ellos enfocan el entrenamiento no para ganar y si se gana es como consecuencia del trabajo», destaca Garzón. «La niña que va un poco más despacio que las demás es la primera que se da cuenta de que ella no es la buena del equipo, pero intenta ayudar con lo que sabe hacer y en eso consiste ser un equipo», explica. «El nivel del grupo está en la jugadora que tiene el nivel más bajo y asumir los roles es fundamental», apostilla.
Para trabajar con las niñas, Garzón prioriza el buen ambiente del grupo. «Tienes que respetarlas porque sino ellas no te respetan y si eres un broncas pasan de ti», dice. «Tiene que haber una buena convivencia, y con el paso de los años lo valoras más porque te encuentras por la calle a esas niñas que ya son mujeres y recuerdas los viejos tiempos con cariño», evoca.
De la diversión pura a la competitividad
Una de las etapas más difíciles en el entrenamiento con menores es el trasvase de la diversión pura y dura de los más pequeños a las «ganas de ganar» de los que van haciéndose más mayores. «Aquí los padres tienen mucho que ver, porque los hay que apuntan a sus hijos para que los entretengan y luego ni los ves en los partidos y hay ejemplos de todo lo contrario, que se involucran demasiado», resume. «Con las más pequeñas hacemos entrenamientos muy deportivos esperando que en la pista apliquen lo que enseñamos y se lo pasen bien, sin más», explica Enrique Garzón. El trato con los padres a veces es complicado y hay que tener paciencia. «Manolo Laguna – uno de sus referentes – me dijo en broma una vez que el mejor equipo que puedes tener es uno de huérfanos».
Las niñas son «más inteligentes» en la pista
El entrenamiento del balonmano femenino está condicionado por el físico. «Intentamos hacer entrenamientos muy dinámicos, para que las niñas piensen dos o tres cosas que hacer en cada ejercicio, porque son muy inteligentes, más que los chicos que son para eso más cerrados y se apoyan más en su físico», explica Enrique Garzón. En cualquier caso y como quiera que los entrenamientos de las chicas son muy variados, introduce periódicamente a niños que también se apuntan «y les encanta». En las categorías más pequeñas, además, los niños y niñas juegan juntos.
Cuando van haciéndose mayores, cuesta que las niñas sigan jugando en parte porque es muy difícil labrarse un futuro profesional con la práctica del balonmano » y se han perdido talentos muy grandes en Nava, jugadoras que podían haber llegado a la élite seguro», cuenta Garzón. «En ese aspecto los chicos tienen más amor propio y las chicas son más organizadas, piensan sobre todo en su futuro profesional y es algo que habla muy bien de ellas también». «Cuando los chicos salen fuera a estudiar, hacen lo posible por venir a entrenar al pueblo, pero las chicas no. Cuando te planteas tener un equipo de Primera con chicas, el plan es entrenar en Valladolid con las propias chicas de Nava», cuenta Enrique Garzón.
La cantera en Nava como una prioridad
En Nava de la Asunción los menores no pagan por practicar balonmano y solo tienen que abonar 20 euros al año por formar parte de las escuelas deportivas. Nada que ver con lo habitual en otros deportes y clubes y todo ello sin que signifique una merma de la calidad de los entrenadores, cualificados, y los entrenamientos.
El salto de calidad de un tiempo a esta parte para la cantera viene con la posibilidad de utilizar la nueva instalación, el Guerrer@s Naver@s en detrimento del vetusto frontón. «No tiene nada que ver, sabes que va a hacer buena temperatura, que los balones no se van a manchar, que tienes el gimnasio al lado, que puedes entrenar con ropa apropiada…», relata Enrique Garzón. Sin embargo, Nava lleva una larga trayectoria como referencia en el trabajo con la base, mucho antes de que el club utilice su nueva instalación.
En la actualidad, el Balonmano Nava tiene equipos en todas las categorías del balonmano femenino, salvo en infantiles, y cuenta con jugadoras de la propia Nava, de Navalmanzano, de Santa María la Real de Nieva e incluso de Chatún, entre otros sitios. «Cada vez hay menos niñas y se hace difícil formar los equipos, por lo que espero que dentro de diez años estemos como mínimo como estamos ahora, y si puede ser también con un equipo infantil», pide Garzón.
El equipo juvenil femenino, conformado en parte por jugadoras que la campaña pasada fueron al campeonato de España, tiene garantizada la tercera posición en la liga autonómica, toda una satisfacción para el Balonmano Nava que prioriza como pocos a su cantera. No en vano Carlos Villagrán, el capitán del equipo de Asobal, es el máximo responsables de las categorías inferiores.
Texto: Javier de Andrés